FAUSTO

La historia de Fausto es la historia de una época: el hombre se siente capaz de dominar el mundo y descubrir todas las reglas que lo rigen. Fausto es un médico, al igual que su padre. Sin embargo, él no siente la vocación de ayudar al prójimo. Al contrario, es un ermitaño, rodeado de libros y encerrado en un estrecho estudio...

7 nov 2002

Análisis literario

La historia de Fausto es la historia de una época: el hombre se siente capaz de dominar el mundo y descubrir todas las reglas que lo rigen. Fausto es un médico, al igual que su padre. Sin embargo, él no siente la vocación de ayudar al prójimo. Al contrario, es un ermitaño, rodeado de libros y encerrado en un estrecho estudio la mayor parte del tiempo. Sólo se relaciona con Wagner, su discípulo, quien le paga sus enseñanzas actuando como su criado. Aparece como un tipo de aprendiz medieval. Es interesante hacer notar que Fausto ha perdido la fe en la ciencia. Ese es el verdadero motivo que lo lleva a huir de los demás, en un intento de huir incluso de sí mismo.

Cuando Fausto llega a la trágica conclusión de que toda su lucha por alcanzar el saber ha sido en vano, se siente tan frustrado, solo y desesperado que piensa en el suicidio. Su vida ya no tiene sentido, por lo que lo más sensato y "racional" (nótese la ironía) es acabar con ella. Cuando está a punto de beber el veneno, un coro de ángeles lo detiene. Esto demuestra que Dios siempre está presente en los momentos difíciles. Es un mensaje muy cristiano, que demuestra que no hay que perder la fe. Como un opuesto muy barroco, después de los ángeles buenos, hace su aparición el ángel malo. Mefistófeles le ha apostado a Dios que es capaz de desviar a Fausto del buen camino. (En mi opinión, no queda claro al principio de la obra si Fausto es verdaderamente creyente o no)

Mefistófeles le ofrece a Fausto ser su esclavo por el resto de su vida, a cambio del alma inmortal del doctor. Fausto acepta sin dudarlo. Ya antes había exclamado que no le temía al infierno, si eso significaba alcanzar el conocimiento último. En muchos sentidos, Fausto es un nuevo Adán, que quiere ser como Dios. Y la manzana vuelve a ser del árbol del conocimiento. Se repite la historia de la caída del hombre, producto de su soberbia.

El diablo lo pasea por diversos lugares, intentando mostrarle todo tipo de excesos. Fausto, habiendo sido un hombre insaciable en relación a la ciencia, se comporta de igual manera en relación a todo lo demás. Cuando se enamora, la pasión lo arrebata de tal modo que nubla totalmente su razón. Y no se da por vencido hasta lograr los favores de la tierna Margarita. Es difícil calificar esta acción. ¿Es Fausto un hombre cruel y sin escrúpulos? ¿Por qué abandona a su amada después de conquistarla y embarazarla? Tampoco aparecen demasiados detalles que permitan juzgarlo. Lo que sí es innegable, es el valor y la nobleza que demostró cuando intentó rescatarla. Parece como si hubieran sido dos Faustos distintos. ¿Cuál es el verdadero?

Tal vez, lo que Goethe intenta mostrarnos es que no existe la bondad ni la maldad absoluta. El hombre es un ser complejo, difícil de catalogar. Lo único claro es que esa acción noble salvó el alma de Fausto. El poco amor que demostró una vez, fue suficiente para lograr el perdón de todas las faltas cometidas durante toda su vida.

Resumen de la obra.

La historia comienza con un prólogo en el cielo, en el que Dios desafía a Mefistófeles, un demonio, a que intente tentar a Fausto, y sacarlo del buen camino. Mefistófeles acepta la apuesta. Luego aparece el doctor Fausto solo en su despacho, quejándose de que toda su sabiduría no ha servido para mejorar al hombre. Se queja también de su pobreza y de no haber alcanzado la fama. Decide entonces invocar a los espíritus. Uno se aparece, pero al entrar Wagner, el criado, se desvanece. Fausto decide entonces suicidarse tomando veneno, pero se le aparece un coro de ángeles cantando, y desiste. Durante la fiesta de Pascua de Resurrección, se le aparece un perro negro.

Fausto lo lleva a su casa, y resulta ser Mefistófeles disfrazado. Mefistófeles le ofrece ser su esclavo, y si logra seducirlo con halagos y placeres, entonces Fausto deberá entregarle su alma. Fausto acepta, ya que está desencantado de la vida, y decide entregarse a lo sensual y mundano. Sella el pacto con su sangre. Mefistófeles utiliza una capa mágica para viajar a sitios lejanos. Su primera parada es en una taberna de Auerbach. El demonio lo lleva ahí para mostrarle unos borrachos alegres. Fausto no parece muy entusiasmado con ese estilo de vida. Luego visitan la cocina de una hechicera. Ahí se le da a Fausto una poción mágica que lo hará enamorarse. Efectivamente ocurre, y Fausto se enamora locamente de Margarita, una humilde joven, trabajadora y buena. La seduce con joyas y halagos, siempre con la ayuda de Mefistófeles. Llega el hermano de Margarita, furioso porque ella ha sido deshonrada. Se encuentra con Fausto y Mefistófeles, pelean y el hermano muere. Luego muere también la madre, y Margarita queda sola, embarazada y abandonada.

Fausto y Mefistófeles parten y asisten a una Noche de Brujas, la Noche de Walpurgis, donde ven todo tipo de seres monstruosos cantar y reír. Luego Fausto obliga a Mefistófeles a que le cuente qué fue de Margarita, y el demonio le revela que ella está en la cárcel y que será ejecutada. Al oírlo, Fausto siente un gran dolor, y decide volver a salvarla. Lo intenta, pero su amada ha perdido el sentido y se niega a escapar. Al día siguiente es degollada y su alma se va al cielo.

Aparecen después en el Palacio Imperial. El Emperador está preocupado, porque las arcas reales están vacías. Mefistófeles, haciéndose pasar por el Loco de la corte, sugiere imprimir billetes para solucionar el problema. Todos quedan ricos y contentos. El Emperador le exige a Fausto que lo entretenga, y para eso debe hacer aparecer delante de todos a Helena de Troya y a Paris. Mefistófeles manda a Fausto a pedir ayuda a las Madres, unas diosas que habitan en la soledad. Fausto lo hace, y logra hacer aparecer a Helena y a Paris. Fausto se enamora perdidamente de Helena y al tocar la visión, esta explota y desaparece, dejando a Fausto tirado inconsciente. Mefistófeles se lo lleva de vuelta a su casa. Allí se encuentra con Wagner, que ha creado un Homúnculus, un hombrecito en miniatura, muy inteligente. El Homúnculus propone un plan para salvar a Fausto: consiste en llevarlo a Grecia, donde las hechiceras de Tesalia. Parten Mefistófeles con Fausto y el Homúnculo, dejando a Wagner en el despacho. Llegan volando a los campos de Farsalia. En cuanto Fausto pisa el suelo, instantáneamente revive. En Farsalia los tres se separan para explorar. Fausto busca a Helena, el Homúnculo persigue a dos filósofos y Mefistófeles a las esfinges y otros monstruos. Finalmente, Mefistófeles logra juntar a Fausto y a Helena en un castillo medieval. Allí son felices y tienen un hijo alado, Eufurión. Este hijo muere en una batalla, lo que causa la muerte de Helena.

Después de esto, Fausto aparece en la cima de una montaña. Mefistófeles le cuenta que hay una guerra civil y que el Emperador está a punto de ser derrocado. Le propone que ir en su ayuda para obtener tierras como recompensa. Lo hacen y el Emperador gana la guerra. Aparece luego Fausto en su castillo, furioso porque no es dueño de la tierra de sus vecinos, un par de ancianos. Manda a Mefistófeles a sacarlos de ahí. El demonio cumple la orden, pero en el proceso los ancianos mueren. Fausto se entristece. Lo visita la Angustia y lo deja ciego. Fausto sigue dando órdenes de quitarle terreno al mar, y luego cae muerto. Mefistófeles se prepara para obtener su alma, pero una cohorte de ángeles se lo impide. El alma de Fausto es llevada al cielo, donde se encuentra Margarita, que aún lo ama.

Explorador apasionado de la vida interior, el escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) se inspira en el personaje legendario de Fausto (personaje de una leyenda germánica que pacta con el demonio para conseguir la juventud o la sabiduría) para pintar, en un gran poema dramático, el hombre eternamente dividido entre el bien y el mal.

Fausto comprende dos partes. En la primera, publicada en 1808, el héroe es un sabio con ambiciones desmesuradas que vende su alma al diablo a cambio del saber y del amor. Seduce y abandona a la inocente Margarita, quien desesperada mata al hijo que ha concebido de Fausto. Mefistóteles, el demonio, entabla una pugna con Dios, apostando que conducirá a Fausto a la brutalidad, mientras Dios afirma que no sucumbirá a la tentación, con el único auxilio de sus propias fuerzas. Pero su búsqueda resulta un fracaso: no puede librar de la muerte a la joven a la que ha seducido, Margarita.

La segunda parte fue editada en 1832, poco después de la muerte del autor, y constituye su testamento espiritual. Fausto recorre el tiempo y el espacio en busca de lo absoluto. Al fin encontrará la paz trabajando por el bien general, por lo que se libra de la condenación eterna.

Este poema, en el cual Goethe intentó plantear los grandes problemas del hombre, no ha dejado de inspirar a escritores y artistas. En el siglo XX, pensadores como el filósofo alemán Oswald Spengler, autor de La decadencia de Occidente, han visto en el héroe de Goethe el símbolo del hombre occidental, poseído, desde la Edad Media, por la voluntad de poder.

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