Pensamientos Globales
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¿Qué es la globalización? ¿De qué fenómeno estamos hablando cuando usamos este término para referirnos a las complejas transformaciones sociales y económicas que a todos, de un modo u otro, nos afectan? ¿Tiene sentido, pues, un movimiento anti-globalización? ¿Qué es el sistema? ¿Y qué la ideología? ...

2 nov 2002





PENSAMIENTOS GLOBALES
AUTOR: ADRIÁN MARTÍNEZ BULEO

¿Qué es la globalización? ¿De qué fenómeno estamos hablando cuando usamos este término para referirnos a las complejas transformaciones sociales y económicas que a todos, de un modo u otro, nos afectan? ¿Tiene sentido, pues, un movimiento anti-globalización? ¿Qué es el sistema? ¿Y qué la ideología?
Dado que al trabajar determinados conceptos desde un punto de vista lingüístico, al tratar de precisar ciertos sentidos, nos aseguramos también la resolución automática de problemas, que tal vez sean sólo pseudoproblemas, es absolutamente necesario hacer un esfuerzo reflexivo al respecto, por parte de adoradores y detractores, de profetas y agoreros, de explotadores y explotados, de opulentos y vencidos. La globalización es un epifenómeno, resultado de profundas transformaciones tecnológicas en su múltiple y sobredeterminada interacción con procesos socoeconómicos y culturales.
Es, obviamente, una conceptualización abstracta que pretende englobar, condensándolos, una multiplicidad de realidades, causas y efectos, cuyo desgranamiento y posterior análisis nos es obligado realizar si de lo que en verdad se trata es de comprender. Y comprender no es juzgar a priori, es más bien un efecto retroactivo de significación, es decir, una emergencia de sentidos après-coup, donde lo que se va descubriendo resignifica lo ya asimilado, en una continua espiral de profundización de/del conocimiento. ¿Los proliferantes foros pro y anti-globalización están realmente efectuando una tarea clarificadora y productiva? Me temo que no. Desgraciadamente, tanto unos como otros, se están convirtiendo en fiel reflejo de intereses bien delimitados, partidistas en ambos casos, que en nada contribuyen al racional desvelamiento de los procesos que están a la base de las transformaciones micro y macroeconómicas que a la postre determinan nuestras relaciones sociales y de producción.
Unos ven a otros como detentadores del poder, usufructuarios de una vergonzosa explotación a nivel mundial, nuevos mercaderes de un imperio virtual donde la aceleración de los procesos de transacción, la interconexión inmediata entre realidades difusas, la multideterminación de todo sobre todo, la homogeneización (velada y ritualizada) cultural del pensamiento, la colonización de las costumbres y la muerte de los meta-relatos utópicos a favor del predomino de la razón técnica e instrumental en forma de pensamiento único, donde todo ello, como digo, finalmente se traduce en la anulación total de la voz, y el voto, de los menos favorecidos del planeta, los desheredados, los perdedores, aquellos cuya única ley es la supervivencia y cuyo único derecho, la muerte.
Otro ven a unos como entidades cuantificables e insignificantes, meras estadísticas poblacionales, números en la cuenta de los daños colaterales, el inevitable precio a pagar por el continuado y necesario progreso (¿hacia dónde progresamos, cuál es la meta, cuál la finalidad?, habría que preguntarse), la secreción de los maravillosos avances técnocientíficos (todavía muchos desconocen el carácter social e ideológico en la fabricación de la ciencia), la mano de obra que el desarrollo de la historia (que ya es el de la competitividad en el mercado) precisa.
El empobrecimiento de grandes masas poblacionales existe y se promueve, qué duda cabe, desde las grandes planificaciones financieras efectuadas a partir del frío y mortal cálculo coste-beneficio.

Pero existe un error de conceptualización sobre el ejercicio del poder que los supuestos ideólogos de los contrapoderes se empeñan reiteradamente en no solventar, perpetuando de esta forma una visión jurídico-religiosa, muy del mayo del 68, que no se corresponde en absoluto con las nuevas configuraciones reticulares, de mucha mayor horizontalidad y desplazamiento, donde el poder se produce como efecto en el seno de relaciones de intercambio muy complejas. No es el patrón contra el obrero. No es el estado contra el individuo. No es el mercado contra la libertad. La liberdad esta conformada, estructuralmente constituida, desde la inscripción simbólica de la Ley.
El estado, los estados, son gestores administrativos de normativas invisibles surgidas de la propia interacción comercial. Hay una excitación multiforme de los saberes, de hablar sobre los saberes, de decires sobre los no-saberes, donde el poder se encabalga con la producción del discurso. Hay infinitos puntos de poder-saber en interacción constante y multidireccional. Los poderes se ejercen desde las ficciones espectacularizadas de los discursos. La libertad es una quimera anudada a multiples máquinas deseantes diseñadas para forjar ilusiones de liberación.
Ahora se juega otro juego donde la actividad interactiva es la responsable de efectos de poder, que a su vez son causas de nuevas interacciones. Somos individuos contra o a favor de otros individuos, teniendo en cuenta las necesarias reservas a la hora de teorizar acerca de la propia identidad de lo humano. Se instaura una cierta tecnología de los cuerpos (la ideología está ya en los gestos, en las ficciones de identidad, en las máscaras de personalidad) aplicada a los ámbitos del ocio y la salud. Ahí se ejercen una multiplicidad de poderes que nacen y mueren en la horizontalidad de los intercambios simbólicos.
La violencia es un ejercicio de imaginarios simbólicos apoderándose de las estructuras conceptuales y perceptivas de las conciencias; la violencia se produce mediante la instauración de metáforas para ver y percibir el mundo mediante esquemas no explicitados.
Nada que ver todo esto con el tradicional modelo decimonónico de explotación. Los que vemos esto, los que estamos de acuerdo en que debemos modelizar nuevos modos de resistencia, estamos en la obligación de predicar esta buena nueva: el poder es invisible y está inserto, ejerciéndose insidiosamente, en cada uno de nosotros desde nuestras propias convicciones dualistas (ya caducas y perfectamente útiles para desorientar respecto a los verdaderos objetivos de la resistencia ) de poder-individualidad, dominación-libertad, progreso-subdesarrollo. Los tele-hiper-medios se encargan de finalizar el trabajo sucio.

En una magnífica película de Richard Brooks (director de cuyo film, "A sangre fría", basado en la inmortal obra de Truman Capote, ya os he hablado en otra ocasión) llamada "Los profesionales", donde un grupo de pistoleros son contratados por un terrateniente para rescatar a su mujer de las garras de un líder revolucionario (Jack Palance), Burt Lancaster habla con Robert Ryan del sentido de la justicia, y concluye: "en realidad creo que siempre ha habido una sola y única revolución, la de los buenos contra los malos.
La cuestión es: ¿quiénes son los buenos?"... Aprovechad mis palabras, el maravilloso y extraordinario film de Brooks (la conversación entre Jack Palance y Burt Lancaster sobre el significado de la revolución y de la vida es sencillamente antológica), y dedicad al menos unos minutos a pensar sobre estas cuestiones.
Os invito a constituir un foco de resistencia real, vosotros mismos. Porque estamos obligados a reaccionar, a gritar si es preciso, a alzar nuestra voz más allá de los ecos políticos o periodísticos.

Las inteligentes palabras del psicoanalista Enrique Carpintero resumen perfectamente la situación globalizada actual y me sirven para lanzaros un nuevo, último y necesario desafío:

"La estabilidad imaginaria del orden burgués se derrumba. Hoy nada es seguro para nadie. Los que tienen, mañana lo pueden perder. Los que nada tienen saben que ya nada pueden ganar. Las dos terceras partes de la humanidad vive en el hambre y la miseria. Pero el tercio restante, con una prosperidad nunca vista en los siglos anteriores –en especial en los países desarrollados–, no tienen una esperanza en el porvenir. Su sensación es que de improviso, en cualquier instante, puede sobrevenir la catástrofe: se derrumba la bolsa, pueden envenenarse con alimentos transgénicos, ser asesinados en las calles o explotar un depósito nuclear. El conjunto de la sociedad ha llegado a la conclusión de que el colapso forma parte de su misma condición."

¿Cómo fragmentar ese colapso interior, cómo dislocar la obturación solidificada de nuestra propia alma? Esa es nuestra tarea, la tarea de una operación de corte, de paso subversivo al límite.


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