La Vida es una Naranja.

Una semana más marcada por el inexorable paso del tiempo, ese monstruo sin compasión cuyas afiladas garras despedazan la juventud y, a muchos, el cabello. ¡Qué diablos! Basta ya de culto inmisericorde a la edad dorada de los dioses; la madurez plena y lúcida también cuenta, con su dolor, su frustración, su EXPERIENCIA, sus renovados ánimos de redención, su necesidad de producir y crear lo que hasta ahora se había depositado en la cuna de la imaginación, su oscuro ardor crepuscular.

19 nov 2002

Una semana más marcada por el inexorable paso del tiempo, ese monstruo sin compasión cuyas afiladas garras despedazan la juventud y, a muchos, el cabello. ¡Qué diablos! Basta ya de culto inmisericorde a la edad dorada de los dioses; la madurez plena y lúcida también cuenta, con su dolor, su frustración, su EXPERIENCIA, sus renovados ánimos de redención, su necesidad de producir y crear lo que hasta ahora se había depositado en la cuna de la imaginación, su oscuro ardor crepuscular. Estos pensamientos me sobrevienen con cierto arrobo mientras me elevo 10 centímetros sobre el suelo escuchando "Gregoriano Popular" a cargo de la Schola Cantorum de Barcelona, con dirección a cargo de Joan M. Aragonès i Rebollar, celebrando en un disco memorable los 700 anys de la Santa Església CATEDRAL de Barcelona (1298-1998), editado precisamente en ese último año. Y cuando creo que tomo tierra me doy cuenta de que me he elevado otros 10 centímetros más con la belleza inscrita en fragmentos pertenecientes a la "Music of the Renaissance", es decir, Giovanni P.da Palestrina (1525-1594), John Dowland (1562-1626), Willian Byrd (1543-1623) y Guillaume Dufay (1397-1474) a pleno rendimiento. Es Henryk Mikolaj Górecki y su excepcional Sinfónía Nº3 quien me retrotrae de nuevo, extraño periplo, al terrenal siglo XXI, donde disfruto del buen rock-country-folk de The Hellecasters (gracias una vez más Oscar, y van... perdí la cuenta) y su particular "Escape from Hollywood", aplicándome acto seguido una sesión continua de esta guisa tan sugestiva:

Sam Mendes: Camino a la perdición. El nuevo film del director de "American Beauty" es una agradable sorpresa para el espectador, pues supone no tanto una originalidad narrativa cuanto la revisión estética y formal de un género rey dentro de la historia del séptimo arte. La dirección es tan buena, tan lograda, tan bella, tan trabajada y brillante, que la endeblez argumental en algunos pasajes de la película, sus inevitables y cargantes tópicos, se diluyen como por arte de magia dejando paso a una experiencia estética verdaderamente subyugante. El magnetismo imperecedero de Paul Newman (qué gran hombre, qué genial actor) sirve de referencia para una puesta en escena tensa y crepuscular, con secuencias impactantes que dibujan una poética de la violencia cargada de fatalidad y destino. El final resulta decepcionante y demasiado previsible, pero poco importa, la hermosa ejecución de su desarrollo resulta tan extraordinaria que, como digo, las lagunas argumentales se ponen al servicio de la hipnosis provocada por las imágenes ofreciendo un resultado deslumbrante. Tenemos un director con una potencialidad sublime; hacía tiempo, exceptuando a Paul Thomas Anderson, que no veíamos un desempeño tan perfecto tras la cámara en los comienzos de la carrera de un realizador. Veo clara su nominación a mejor director para la próxima entrega de los Oscar. De obligada asistencia para cualquier amante del cine negro y del bueno en general.

Bill Duke: Hampones. El contraste de Sam Mendes. Cine negro del malo, sin ideas, sin buena resolución, sin talento en la dirección de actores ni en la puesta en escena, sin imaginación. Poco pueden hacer los buenos actores (Andy García, Tim Roth, Lawrence Fisbourne) que se dan cita en esta película con maneras de insufrible telefilme, sin gancho, sin garra, con uno de esos finales que provocan sonrojo y vergüenza ajena. Muy Mala. Por cierto, fue el Megahit de Tele-Madrid, una deplorable cadena de televisión que sólo de vez en cuando acierta a programar una buena película, y que suele poner en el mismo saco cualitativo lo último de Seagal con la magistral "El Paciente Inglés", por poner un ejemplo ilustrativo. Lamentable.

Sergi Schaaff: Dalí etre Dieu. Es un privilegio para mí poder recomendar esta preciosa y desconocida joya cinematográfica, que la TVE 2 (siempre ella) tuvo a bien darnos a conocer un martes nocturno provocando, así me gusta pensarlo, una gran acogida entre el selecto grupo de telespectadores que asistimos a su proyección. Con el asesoramiento de Ian Gibson, el film de Schaaff se adentra sin miedo, con profundidad y veracidad, en el complicado, onírico, demoníaco, neurótico, olímpico, y autodestructivo universo daliniano, ofreciendo inteligentes claves significantes capaces de arrojar luz interpretativa sobre el magmático enigma de donde surge la genialidad y la locura de un artista que se creyó al final de sus días un dios inmortal. Los actores (Enrique Alcides, Rosa Cadafalch, Laia Martí, Joan Anguera, Carle Martí y Angels Moll) perfectos, la dirección competente y al servicio de un guión realmente prodigioso. Muy Buena.

Antonio Mercero: Espérame en el cielo. Excelente sátira del cine español sobre la supuesta existencia de un doble de Franco, que le habría sustituido durante los últimos años de su gobierno dictatorial. El hombre de la calle elegido para tan heroica misión patriótica es desposeído progresivamente de su propia identidad y pasa a convertirse en un auténtico clon del autócrata, identificándose con sus ideales y su mediocre modo de vida. Ahí reside la fuerza de una inteligente crítica realizada en clave de comedia con un fondo insondable de tristeza y mala leche a partes iguales. José Sazatornil "Saza" realiza una interpretación brillantísima en la piel de un falangista al servicio incondicional del patético caudillo. La película cuenta con escenas desternillantes y un final muy conseguido. Es preciso verla.

Domimique Deruddere: ¡Quiero ser famosa! Una comedia amable y bien realizada que oculta bajo su inofensiva fachada de puro entretenimiento, lo cual logra sin problemas, una ácida visión de la lucha por el éxito y la fama. El tema central de la película, "Lucky Manuelo", algo tan esperpéntico y abominable como pueda serlo el "Aserejé" o el "Ave María" aquí en la España profunda, consigue convertirse en un himno canturreado por las masas aborregadas. ¿Cómo es esto posible? El trabajo (memorable e hilarante hasta la anoxia) de un padre empeñado en alzar a su hija a la cima del triunfo musical contiene la respuesta a semejante cuestión. Especial para seguidores de OT (= Operación Truño). Por cierto, creo que van a estrenar una ¿película? acerca del proceso de enajenación mental de los chicos de la ¿Academia? Siento deciros que no la comentaré. Prefiero la muerte.

Mike Figgis: Después de una noche. Figgis es un director sólido que suele bucear sin concesiones en los aspectos más oscuros de la naturaleza humana. En esta ocasión pone en primera plana la infidelidad y el significado de la existencia cuando esta se ve sometida a su final inminente en un marco, la frívola sociedad actual de la publicidad y el espectáculo, con el culto al éxito como telón de fondo, especialmente diseñada para hacer olvidar los aspectos más profundos y escabrosos presentes en toda relación emocional que se precie. Conversaciones inteligentes, una BSO excepcional y una dirección ajustada al trabajo de unos actores que están a la altura: Wesley Snipes (en su tiempo fetiche para Spike Lee), Kyle Maclachlan (el agente Cooper ideado por Lynch), Ming-Na Wen, Robert Downey Jr. (siempre genial) y mi adorada Nastassja Kinski, una belleza que gana con el paso del tiempo y que mantiene su atractivo absolutamente intacto. Muy interesante.

Michael Mann: Alí. La leyenda del boxeador más grande de todos los tiempos, un fenómeno deportivo y mediático devorado por el mismo entorno responsable de su fulgurante ascensión al Olimpo. Mann es un realizador con mucha experiencia y que ya ha dirigido auténticas joyas como "El dilema" o "Heat". En esta ocasión la dirección es perfecta, en algunos instantes extraordinaria, y en determinadas partes del film se adentra con valentía en los recovecos más tenebrosos del personaje. Pierde fuelle hacia el final del film, con el mítico combate Clay-Foreman, operando una especie de redención de última hora. No obstante, los aspectos más destacados de Alí (fuerte personalidad, puro instinto, decisión, payasadas mediáticas, provocación deliberada, narcisismo enmascarador de fragilidad) están todos presentes y la mayoría de ellos bien tratados. Will Smith sorprende por su buena interpretación y John Voight se muestra versátil y camaleónico. Muy interesante. Para los curiosos y seguidores, entre los que me cuento, de Hannibal "el caníbal", os diré que ya existe una primera versión de "Red Dragon", la que de nuevo protagonizará Hopkins esta vez con Edward Norton y Ralph Fiennes, y que no es otra que "Manhunter" dirigida precisamente por el director que nos ocupa. En mis años mozos, cuando gastaba un tupé que era la atracción de toda la Disco, ya tuve oportunidad de alquilarla en un vídeo-club legendario en Getafe city. Y mira por dónde, ¿por dónde?, ahora hacen una nueva versión sobre el tema. Nada nuevo bajo el sol.

Stop. Extraigo la cinta. La guardo con cariño, del mismo modo que trato con delicadeza el "Discurso sobre el origen de la desigualdad entre los hombres" de Jean-Jacques Rousseau, y guardo con devoción los Libros II-III de la "Geografía" del geógrafo griego Estrabón (hacia 63 a.C.-hacia 21 d.C.) para el soñado día en que mi libertad me permita leer todo aquello que, por el momento, el terrorífico tiempo laboral se encarga de sustraer a mi desesperado anhelo de escape. El Ser y el Tiempo, cumplo años y ¿soy?, ¿sigo siendo?, ¿continuaré siendo?, ¿seré algo más de lo que creo ser? ¿Qué Soy? ¿Acaso el Tiempo es la sustancia que desmembra y desenmascara mi Ser? ¿Hay Ser? ¿O no hay Tiempo? Qué sé yo.

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