La provocadora "Revelación" de Leo Bassi.
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La provocadora "Revelación" de Leo Bassi.

Asistimos al nuevo espectáculo del inefable Leo Bassi que viene a titularse "Revelación". Tras haber sufrido un afortunadamente fallido (o sea, desafortunado) atentado contra su vida en el Teatro Alfil de Madrid (cosa que además se encarga de recordar al público asistente a la función en el García Lorca de Getafe)...

8 nov 2006

   Asistimos al nuevo espectáculo del inefable Leo Bassi que viene a titularse "Revelación". Tras haber sufrido un afortunadamente fallido (o sea, desafortunado) atentado contra su vida en el Teatro Alfil de Madrid (cosa que además se encarga de recordar al público asistente a la función en el García Lorca de Getafe), el peculiar genio maligno y perverso que habita en su interior nos depara unas horas de satírico y eficaz entretenimiento a costa, eso sí, de masacrar a martillazos todo lo que desprenda el más mínimo tufillo de creencia religiosa monoteísta. La diana ideológica sobre la que apunta y lanza sus envenenados dardos racionales (¿racionalistas?), sin tiempo para la pausa o la meditación más detenida es, en efecto, la dibujada por los contornos monoteístas en cuyo centro coloca deliberadamente la dogmática cristiana, y más específicamente la configurada por el catolicismo. Frente a una poderosa y desinhibida andanada contra los sostenes y protecciones ostentosamente exhibidos por la religión católica como verdades incuestionables, apoyado asimismo por un lenguaje de voluntaria provocación (dirían los guardianes de la moral) obscena, ofreciendo en todo momento visualizaciones imaginarias construidas desde la jocosidad más pilla e irreverente, al final y después de todo, lo que va surgiendo en el espectador avezado es el siguiente interrogante: ¿cuál es el auténtico futuro de la religión católica? Extendiendo la pregunta: ¿de las religiones monoteístas?
Qué duda cabe que Bassi es un agitador profesional, inteligente y bien informado. Por eso mismo ha de realizar determinadas concesiones a una galería excesivamente "prolaicista" (qué mal suena el término) y ocultar reales devenires históricos cuya presentación echaría por tierra una visión excesivamente simplista de la dicotomía Razón vs. Religión. De la misma manera que no existe un concepto monolítico y unívoco que amalgame todas las manifestaciones plurales del fenómeno cristiano, islámico o judío, entendido éste en su acepción más cultural y procesual (Cristianismo/Islam fundamental; Cristianismo/Islam fundamentalista; Fundamentalismo Cristiano/Islámico; Integrismo Cristiano/Islámico, etc.) , tampoco es cierto que el diálogo entre la Razón y la Fe sea anatema en todas y cada una de las religiones mencionadas. Nada más lejos de la realidad. Pero además si de alguna de ellas puede afirmarse que ha mantenido históricamente vínculos bien determinados y visibles, aunque siempre dialécticos y conflictivos, con la Razón (aquella "prostituta del diablo" según Lutero), ésta es precisamente la religión cristiana.
El panorama histórico resulta desde luego apasionante, ya que es a partir de su vocación de universalidad como el cristianismo (aquí la visión paulina raya lo genial para los intereses de la comunidad naciente) no tiene más remedio que abrazar los conceptos filosóficos helenísticos para, de ese modo, efectuar la operación que le otorgará definitivamente el dominio del pensamiento occidental: convertir a Jesús en el Logos.
A partir de ese momento, y hasta la revuelta reformista luterana que de nuevo operará el proceso inverso (la "sola scriptura"), Fe y Razón mantendrán dentro del Cristianismo una relación tan controvertida como fructífera, de cuyo ejemplo las obras de San Agustín resultan ser sin duda paradigmáticas. Entonces, la especificidad del Cristianismo, más allá de las demoledoras pruebas a partir de una voluntaria literalidad otorgada a los textos bíblicos, residiría en una diálogo prolongado y jamás exento de problemas con la Razón. Claro que también habría que puntualizar a Bassi, cuestionando así también su discurso hegemónico sobre la Razón, que la Razón como tal tampoco y de ninguna manera es un bloque conceptual y/o ideológico unitario. De hecho, toda una importante corriente moderna de pensamiento heredera de la Ilustración cuestiona la deriva pragmática e instrumental de aquella Razón, olvidando deliberadamente otras dimensiones de la misma (simbólica, emocional, etc.) para caer en un denigrante materialismo del que se han nutrido los terribles monstruos del siglo pasado. ¿Por qué no citar entonces la "Dialéctica de la Ilustración" de Adorno y Horkheimer como necesario contrapeso a la nociva entronización de una Razón ciega a realidades menos cuantificables y mensurables de lo que desearía?
Pero Leo Bassi es un hombre muy inteligente y no hace oídos sordos a las voces que emanan de un discurso no tan apegado a una supuesta realidad objetiva. De hecho, su verdadera "Revelación" no pasa tanto por derruir unas bases argumentales que ni el más precario de los teólogos sostendría actualmente como por ofrecer una solución profundamente contradictoria entre la Razón idolatrada y un ecologismo nostálgico de penúltima generación. Es decir, y como él bien señala al citar a Dioniso, una síntesis entre el Logos y la narración mítica que ya fuera brillantemente llevada a cabo por el pensamiento helenístico, el mismo del que se nutrirá el Cristianismo en sus olvidados orígenes...
Creo sinceramente que el verdadero argumento contra el Cristianismo y por extensión contra cualquier monoteísmo dogmático y exclusivista, habría de ser buscado en el corazón de un peligro del cual, obviamente, tampoco se zafa la ideología de la Razón: la sordera al eco ancestral del Mito. Y precisamente la teología cristiana seria (en el sentido más avanzado del término), algunos de cuyos excelsos representantes Bassi con toda seguridad ha leído y admira (Leonardo Boff, von Balthasar, Teilhard de Chardin, Hans Küng, Pannenberg, Karl Rahner, Moltmann, etc.), ha sido la primera en poner sus textos sagrados sobre la mesa de intervenciones filosóficas para que hayan sido desmenuzados y deconstruidos desde una perspectiva exegética histórico-crítica, cosa que por otra parte todavía anda pendiente en las otras grandes religiones monoteístas.
Hechas estas reflexiones, es obligado felicitar al gran bufón (como a él mismo le gusta autodenominarse) por su espectáculo atrevido y vibrante, ácido e irreverente, lúcido y combativo, donde por encima y por debajo de la controversia se reivindica sobre todo (y reitero que numerosos teólogos católicos y protestantes estarían de acuerdo con ello sin atisbo de duda) una necesaria libertad de pensamiento y de expresión para poder cuestionar en todo momento, sin temor, sin represión, sin prejuicios, cualquier idea, principio, axioma, dogma u opinión proporcionados desde las más altas instancias de poder y/o la cultura tradicional y/o supuesto Progreso (otra de las más perniciosas ideologías traídas por la modernidad al tildar de premoderna y salvaje cualquier manifestación del espíritu no acorde con presupuestos de acumulación-objetivación positivista).
No se trata, pues, y a pesar de la existencia de un número excesivo de inocuos críticos en la amplia vaguada de las religiones, de alzar a Leo Bassi sobre el pavés, tal que si hubiésemos hallado en él una excelencia súbita, lo cual paradójicamente ameritaría más si cabe su modesta pero incuestionable importancia en el asunto que nos ocupa. Más bien de reconocer su atinada crítica hacia ciertas aproximaciones ingenuas e interesadas que tan sólo buscan extraer de los textos "sagrados" aquello que pueda (o no), en un sentido estrictamente político y maniqueo, servir a sus fines sectáreos y corroborar sus obtusas, megalómanas, execrables y tendenciosas intenciones, convertidas así en verdades supuestamente incuestionables. Leo Bassi, él lo sabe, no puede tampoco asumir el relativismo de su propio relativismo, pero al menos lo entrega como arma de juicio y análisis a universos orgullosos de su propia metafísica (unos) o de su no menos propio vacío (otros).
De lo que puede estar Leo Bassi orgulloso, y en este punto no albergo ninguna duda al respecto, es de la total efectividad teológica de su discurso: por fin Dios se ha "descojonado" como dios manda.

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#1

la escuela del rid

tarado el 3 feb 2010
Leo Bassi pertenece a una escuela de humoristas provocadores yo me atrevo a decir que incluso pueden entrar en esta categoría Faemino y Cansado, Pepe Rubianes, El Tricicle... muy buenos.


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