Una semana más asaltado por ideas y pensamientos de los cuales lo mejor que puedo destacar es su obstinada insistencia en cuestionar aquellas convicciones que en multitud de ocasiones he dado por zanjadas, mejor dicho, por definitivas. ¿Es posible e incluso deseable tal cosa?
Una semana más en que no puedo ocultar mi gran satisfacción al conocer la noticia de las nominaciones del gran Clint Eastwood a mejor director como a mejor actor protagonista para obtener las estatuillas más preciadas (a-preciadas en su sentido inverso para muchos) del mercado del séptimo vicio. Este hombre es sencillamente prodigioso.
Una semana más en que poder enfrentarme a ciertos retos de pensamiento con objeto de evitar el suceso vertiginoso que a fuer de acelerar una cierta errabundez del espíritu puede provocar las iras veladas y menos veladas de una insoportable comunidad laboral poltrona.
Una semana más en la que me afano, como buen escultor de las ideas, provisto de cincel, formón y gubia, conceptuales por supuesto, por someter a torsión, combándolas tal vez en exceso, alabeando unos contornos quizá demasiado rígidos, ideas preconcebidas que de esta forma nos pueden abrir su corazón ...
Una semana más totalmente signada por la reincorporación a las tareas laborales, que no laboralistas, tras unas festividades dominadas por la triste realidad de un auténtico cataclismo natural. ¿Se venga tal vez la vida de tanto asedio brutal y de tanta indiferencia nacida en el seno de los más poderosos?
Una semana más que resulta ser precisamente eso, más. El Rincón se prepara de nuevo para un más que merecido descanso y suspende su actividad crítica hasta la próxima cita tras los presentes con que será oportunamente obsequiado por los reyes mágicos.
Una semana más en la que no dejo de interrogarme acerca de cuestiones que versan sobre las problemáticas relaciones entre religión y moral. No puede ser de otra manera por cuanto dentro de muy pocos días celebramos la venida de la figura de un legendario salvador, al que ya consideramos formando parte de nuestra conciencia moral más íntima.
Una semana más que me conduce, tras el merecido descanso nómada, hacia nuevos replanteamientos nutridos con el futuro más próximo que nos viene. En las cercanías de la repetición del acontecimiento fundacional cristiano por excelencia nos está permitido interrogarnos acerca de su potencia transformadora y moral.
Una semana más en la que me mantengo inmerso en la línea experiencial recién comenzada. Tomo apuntes con la intención no tanto de superar la provocación y salacidad de un posible género autocrítico sino más bien con el proscrito objetivo de engañar.
Las redes que teje el azar, también dentro del impulso que nos lleva a reflexionar sobre lo imprevisible, pueden manifestarse a través de pequeñas co-incidencias cuyo desenlace es para nosotros, así lo interpretamos, necesario e inevitable.
Una semana más luchando a cuerpo personal por aclarar ciertas cuestiones relacionadas con el sentido del sinsentido, o al revés. Si uno comienza a indagar y reflexionar sobre estos temas de un modo que trate deliberadamente de dejar de lado todo tipo de dogmatismo apriorístico...
Una semana más en la que vuelvo a plantearme la espinosa cuestión sobre la probable responsabilidad del hombre anónimo en las grandes crisis y catástrofes sociales. Y mi línea de pensamiento me acerca a las orillas reflexivas del gran teólogo católico Hans Küng, el cual en sus memorias hace una contraposición entre el germanófilo...
Una semana más lanzado desde la irresolubilidad de ciertos cuestionamientos hacia la directa materialidad de una acción más concreta y, por qué no, irreflexiva. Pienso entonces en sutiles pero decisivas diferenciaciones entre opuestos que se complementan y desdicen de un modo dialéctico, es decir, porque de algún modo más o menos complementario se necesitan.