RECUERDA, COLECCIONA, RÍE Y CONFÍA

Continúa por desgracia la pérdida de grandes nombres y personalidades vinculados al mundo del cine y la cultura, Sidney Lumet, Elizabeth Taylor, Farley Granger y Ernesto Sabato entre algunos de los más conocidos e ilustres, y ahora me entero de que también Jackie Cooper nos ha dejado. Nuestro agradecido recuerdo para un rostro inolvidable.

Una semana ésta marcada por sucesos geopolíticos muy preocupantes y la eliminación del Real Madrid a manos manchadas del Brasa en uno de los atracos futbolísticos más perfectamente ejecutados que se recuerdan. Que les aproveche, pero no tanto, puesto que deseamos que la venganza (siempre poética) tenga lugar muy pronto, a ser posible en Wembley. Mientras tanto, y para amenizar la espera, nada mejor que unas buenas colecciones con Público, La Razón, El Mundo, El País y ABC, destacando especialmente la serie que precisamente este último diario viene dedicando desde hace semanas al cine ambientado en la época del Holocausto nazi con títulos tan emblemáticos y necesarios como “La zona gris”, “Los falsificadores”, “Valkiria”, “Sophie Scholl: los últimos días” o “Good”.

Respecto a mis últimos visionados cinéfilos, dos películas españolas perfectamente olvidables pero que cuentan con un actor que es justamente todo lo contrario, un hombre que está creciendo en su trabajo actoral a pasos agigantados y al que auguramos (lo venimos haciendo desde hace mucho tiempo) un futuro pleno de éxitos y reconocimientos, premio que por cierto ha obtenido con justicia en el último Festival de Cine Solidario de Cáceres por su trabajo en “No Controles”, precisamente una de las dos cintas a que me refería antes. Y es que Julián López es un actorazo inmenso, tanto que su memorable “Juancarlitros” sostiene él solo una cinta en la que el resto del reparto naufraga dentro de un guión que prometía mucho más de lo que da. La película de Borja Cobeaga, tras su exitosa y considerablemente superior “Pagafantas”, falla precisamente en lo que a priori debería haber sido su fuerte y su principal baza, un descontrol ácido que en líneas generales aparece mucho más atenuado que en su predecesora y que afortunadamente sí vemos representado en el personaje excelentemente interpretado por el actor estrella de la función, un Julián López inspirado, cáustico, sarcástico e intenso, y al que además atisbamos una vis dramática -¿qué gran actor de comedia no la tiene?- muy bien apuntada durante el tramo final de la película. El otro trabajo al que hacía referencia es el acompañante del gran Javier Cámara en “Que se mueran los feos”, una comedia costumbrista en la que de nuevo nuestro admirado actor presenta intervenciones estelares pero mucho más restringidas a la composición de un arquetipo reconocible y sin matices. Pero esa es precisamente la labor de un gran actor, darle a cada personaje lo que requiere para la funcionalidad de la historia, dotándole al mismo tiempo de una personalidad propia a pesar de las acotaciones o limitaciones con que haya podido dibujarlo el guión. Así que éxito total de Julián López en dos películas que terminan por sostenerse sobre los hombros de este genuino, desprejuiciado y talentoso actor. Ya digo, le auguramos un futuro dentro del cine mucho más que prometedor.

Y ya nos vamos una semana más. Esperando hallar esos nichos de felicidad que todos necesitamos para seguir adelante en un mundo que se está volviendo definitivamente loco. Sed buenos, comed pipas de calabaza, y ved mucho cine español.