RECOMEN(D/Z)ANDO EN VACACIONES

Por fin llegaron las ansiadas vacaciones y, con ellas, la posibilidad de desconexión neuronal del código fuente que cada día me recarga Matrix. Hablando de secuelas bastardas, ayer leía la opinión que “Origen” le merecía al gran Carlos Boyero. La tildaba de gilipollez pretenciosa, más o menos. Bueno, ya os aseguraba que lo de pretenciosa era una realidad, no un sueño, tras haberla visto en compañía de Oscar y haber salido del cine profundamente decepcionado. Una pena. Sólo espero que la próxima obra de Aronofsky no resulte una filfa de tamaña envergadura.

Es cierto. Mis vacaciones (como ya dijo otro anónimo impecune sitiado en Madrid del que me quedé con la copla) “tienen menos proyección que un cinexín”. ¡Qué gran juguete era aquel! Pero a lo que iba, que resulta muy conveniente plantear toda una serie de alternativas que me gustaría transmitiros gustosamente con el correspondiente estilo galano, y que pueden prolongarse y realizarse de aquí en las próximas tres semanas:

1) Hacerse inmediatamente con CATETO A BABOR (Ramón Fernández, 1970) para disfrutar una vez más de nuestro admirado Alfredo Landa en el papel protagonista. ¿Dónde? ¿Con qué? Con el diario La Razón. Sin olvidar que Público regala la muy meliflua “El hijo de la novia” (es Campanella, es Darín, es Alterio, es Aleandro, se le perdona todo), y que mañana habrá más cine con ABC y con Marca, más un nuevo cómic Disney con El País para los más pequeños de la casa (o no).

2) Asistir tanto al estreno de la nueva cinta de Thomas Vinterberg titulada SUBMARINO, y cuya magistral “Celebración” me trae hermosos recuerdos ubicados allende el océano –allí pude verla en compañía de ese gran hombre que es Quim Rosa–, como de la película que supone el regreso a la pantalla grande  de Jane Campion (El Piano), esta vez parece que con una historia también de época centrada en el poeta John Keats y que lleva por título BRIGHT STAR, sin olvidar tampoco la llegada de LOPE de Andrucha Waddington, una interesante propuesta cuyo elenco interpretativo resulta a priori muy interesante. ¿Habrán logrado algo semejante a las excelencias representadas por “Las aventuras amorosas del joven Molière”? Desear no cuesta nada (o sí).

3) Proseguir con el deleitoso visionado de la serie LOS TUDOR, escrita por Michael Hirst (Elizabeth y Elizabeth: La Edad de Oro), cuya segunda temporada está siendo tan buena como su predecesora en el tiempo, ofreciendo otro momento antológico con la ejecución de Tomás Moro. El negro destino se cierne ahora sobre la familia Bolena y el guión es prodigioso a la hora de establecer el oscuro viaje interior del rey desde el amor pasional incontrolable hasta terminar arribando en el odio más repulsivo. Siempre hay que pagar un precio por la ambición desmesurada (o no).

4) Recorrer las salas excelentemente acondicionadas del Museo Thyssen-Bornemisza sito en el Paseo del Prado de la capital del Reino para contemplar la belleza que mana de Ghirlandaio y el Renacimiento florentino, pero con mucho cuidado de llevar un carrito de paseo por si tu acompañante mayor o menor de cuatro años decide estar cansado cuando tu placer estético comienza a culminar su ascenso. No habrá contemplativo avezado en la materia que deje de recomendaros tales medidas de prevención (o sí).

5) Hacerse con el último y recién publicado novelón de Arturo Pérez-Reverte, y que ya ha cosechado críticas excelentes. Se llama EL ASEDIO y parece ser una mezcla de muchos géneros dentro de una ambiciosa historia situada en el Cádiz de 1811. Merecerá la pena adentrarse en sus páginas para descubrir todos los tenebrosos secretos que esconde (o no).

6) Recorrer una vez mas el ZOO (lógico o ilógico, tanto da) de Madrid aspirando sus aromas excrementicios y escuchando las exclamaciones alborotadas de la jauría de infantes que se agolpan frente al animal cautivo. Un ejercicio de saludable masoquismo del que no conviene alardear en exceso (o sí).

7) Entregarse al castigo físico en forma de FOOTING, CILICING o MANCUERNING (algunas creen que se trata de poner cuernos a sus respectivos, pero no) como forma sana de expiar culpas pasadas o venideras diluyéndolas en fluidos sudorosos y jadeos confusos, teniendo siempre cuidado de restituir las pérdidas so pena (Iter) de improductiva liberación (o no).

Dicho todo lo cual, y sin más que añadir, éste vuestro humilde servidor se despide con viento caliente y ríase la gente.