Encuentros en la Tierra Media

Comenzamos la semana con el hermoso recuerdo de lo que fue una fiesta sin precedentes excelentemente programada y desarrollada por una maestro de ceremonias realmente excepcional, mi querido y admirado Quim Rosa, siempre inteligente, sabio, sagaz, afable y prudente...

15 ene 2003

Comenzamos la semana con el hermoso recuerdo de lo que fue una fiesta sin precedentes excelentemente programada y desarrollada por una maestro de ceremonias realmente excepcional, mi querido y admirado Quim Rosa, siempre inteligente, sabio, sagaz, afable y prudente. Un amigo entrañable al que desde el Rincón de deseamos lo mejor para este nuevo año recién comenzado. También contó la inmejorable reunión con la presencia de Ester Chiachio tras su aventurero y prolongado periplo australiano. Radiante, perspicaz, magnética, con un sombrero a lo cocodrilo dundee, se erigió en otra de las estrellas indiscutibles de la cita, donde definitivamente brilló con luz propia una creación colectiva y original, símbolo de la comunión que se respiraba en el ambiente, una auténtica obra surgida del corazón: El Cuadro, una pintura digna del mejor Rothko. Por un numerito dichoso no fue mío en esa fantástico sorteo ideado por Quim, mecagüen chos. Y la BSO absolutamente memorable: The Cure, Prince, Michael Jackson, U2, The Police, etc., con himnos seriales al final de la reunión en el contexto de una saludable regresión hacia nuestra más tierna infancia. Un encuentro que perdurará en nuestra memoria durante largo tiempo. Algo se mueve en mi imaginación en lo más oscuro de la mente, un extraño desafuero conceptual pugna por hacerse un hueco en las conexiones corticales responsables de la pulsación motora. Ya está aquí. Play it:

S.Sommers: El libro de la selva: la aventura continúa. Mowgli se enfrenta a un villano perverso en la piel del príncipe prometido Cary Elwes. El hermoso ejemplar masculino que es Jason Lee ejerce de profesor involuntario y nos adiestra sobre las diferencias entre ley selvática y ley civilizadora, una buena y otra mala. Muy recomendable para que los niños y niñas de la casa vayan aprendiendo ciertos temas relacionados con la rapiña colonial perfectamente extrapolable al agiotaje globalizado. Bananera.

Oscar Vega (III): Raluy, una noche en el circo. Extraño y fallido experimento dentro del panorama cinematográfico hispánico, que tan sólo ofrece el aliciente de contar una historia desde el punto de vista anclado en la creación imaginaria de una mente infantil. Subyace una loable y necesaria defensa a ultranza del poder de la fantasía libre, representada por el universo circense, frente a la anulación de la misma mediante la exposición indiscriminada a la imaginería televisiva. La salida positiva o negativa al trauma de la singularidad diferenciada respecto a los otros es rozada sin convicción y sin el adecuado toque humorístico. Muy mejorable.

Frank Oz: In and Out. Propaganda de tolerancia hacia la manifestación de la condición homosexual cuando ésta se ha mantenido oculta durante largo tiempo bien por represión inconsciente bien por temor a hacer pública una conducta sobre la que caerá el peso desaprobador de la opinión perteneciente a los seres más cercanos. Divertida a ratos, funciona bien el trabajo del gran Kevin Kline pero ofrece un desarrollo excesivamente puesto al servicio del previsible "happy end". Los títulos y actores nominados en la entrega de los Oscar se convierte en lo mejor del filme. Agradable.

Philip Haas: El misterio de la villa. Kristin Scott Thomas agota su cupo de heroína romántica en una producción insípida y sin gancho donde también desaparece el gran Sean Penn en medio de una confusión de tópicos irremediables y aburridos. La dirección no pasa de discreta para una configuración narrativa marcada por el lastre de un estilo ampuloso pero vacuo. Mala.

Billy Wilder: Con faldas y a lo loco. Mítico título del genial Wilder donde pone en juego toda su maestría en la dirección de actores y su habitual, inteligente e incisiva acidez humorística basada en una profunda observación de la realidad. La trama es desternillante, el ritmo siempre el adecuado, los diálogos afinados y punzantes, las réplicas entre Lemmon y Curtis brillantes, la presencia de la Monroe soberbia. Todo es excelso en esta realización que ya forma parte esencial de nuestras cinéfilas existencias. Sin lugar a dudas, Obra Maestra. Más aún: Clásico inmortal y, por el mismo motivo, eternamente moderno.

Peter Jackson: El señor de los anillos I (versión extendida). Más metraje para esta maravillosa superproducción que ha sabido mantenerse fiel al espíritu que habita la novela de Tolkien. Algunos añadidos en la constitución de la comunidad del Anillo y necesarias aclaraciones sobre los regalos de Galadriel que tendrán su función el segunda parte, son motivos más que suficientes para contemplar de nuevo la magnífica recreación de esta tierra mitológica imaginada por el autor de tan extraordinaria obra. Gollum, el personaje clave de esta alucinante narración, acecha para ofrecernos su prodigiosa interpretación digital. Muy Buena.

Peter Jackson: El señor de los Anillos II (Las Dos Torres). Los seguidores de la maravillosa creación mitológica de Tolkien continuamos de enhorabuena. Jackson mantiene intacto el espíritu de la obra y hace soplar el cuerno de su sabiduría cinematográfica para convocar a unos personajes y a una historia realmente memorables. Cada vez más sombría y oscura, como ya ocurriera en la propia novela, Jackson se toma todo el tiempo que exige la narración para sumergirnos en la violencia desatada por los auténticos protagonistas de la obra: la ambición y el poder al servicio de la instauración del nuevo orden industrializado y maquínico que amenaza con aniquilar el equilibrio natural de la Tierra Media. Los hombres toman más protagonismo y la presentación medievalista de su universo es todo un acierto conceptual. El lirismo élfico está suministrado en centelleantes gotas de elixir poético y la oscuridad representada por Nazgul, Orcos y Uruk-Hai es sobrecogedora. Pero sin duda el mayor acierto de la cinta es la aproximación al personaje clave de toda la aventura y cuyo concurso será decisivo en su desenlace: Smeagol-Gollum: una construcción digital absolutamente deslumbrante, que verdaderamente interpreta a la altura del mejor actor de la entrega, Elijah Wood, y cuyo sufrimiento esquizoide conmueve y fascina de un modo total. Es el auténtico protagonista del filme y constituye sin duda un perfecto trabajo de guión el acercamiento caracteriológico que se ha escrito para abordar la complejidad de su atormentado espíritu. Obviando alguna licencia innecesaria del enano Gimli, la segunda parte de esta trilogía que lleva camino de convertirse en mítica no defrauda y colma las expectativas generadas al término de La Comunidad del Anillo. Muy Buena.

Ya os dejo una vez más, en esa ocasión en la grata e impagable compañía de alguna tragedia del gran Séneca, siendo a la vez vuestra mente inundada por un oscuramente bello relato penitenciario de Kafka. Condenados sin remisión, con o sin culpa, sin previo aviso, sin esperanza, nos adentramos cada día más y más en los tenebrosos dominios de nuestro Mordor particular. ¿Quién de nosotros se atreverá a arrojar el Anillo en las flamígeras fauces de la bestia? ¿Qué Gollum extraño y corroído vendrá en nuestra ayuda cuando la muerte finalmente se disponga a emitir su última voluntad, a ejecutar su última sentencia?

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