EL MADRID SOLVENTA CON OFICIO EL TRÁMITE DE SAN MAMÉS Y YA SE PREPARA PARA SU PARTICULAR CAMINO DE SALVACIÓN

El Aikido es un noble arte marcial de origen japonés donde la fuerza bruta del adversario es utilizada en beneficio propio para sojuzgar al enemigo sin apenas esfuerzo, como una danza perfecta donde los movimientos se adaptan a la agresividad del contrario para desarticular con elegancia toda su furia, volviéndola del revés y desarmándole completamente. Así fue el partido de Bilbao. Un Madrid con importantes suplencias se paseó por La Catedral comandando por un Kaká que en esta ocasión –ya iba siendo hora y mes y año– demostró las posibilidades reales que se le atisban todavía a un jugador de su indiscutible clase. El resto fue Di María, dos penaltis de libro, y la exhibición de Cristiano en una nueva demostración de poderío y estilo, apuntando la progresiva recuperación a que nos referíamos la semana anterior en el partido europeo disputado contra el Tottenham.

Tras el paréntesis, como era de esperar, la distancia en liga no se ha recortado con el waka Brasa (lamentable su partido contra el último de la Liga, que a punto estuvo de ponerle una guindilla picante más de emoción al campeonato), y todo continúa fiándose a lo que se lleva fiando, reconózcase el hecho o no, desde hace ya bastantes meses: Copa de Europa y, fundamentalmente, King’s Cup, torneo que puede suponer de hecho el primer título de la temporada para el madridismo y sobre el que hay depositadas múltiples y sólidas esperanzas. ¿Hay que temer a los abrasadores? No, hay que tenerles el respeto que se merecen, porque no en vano nos endosaron un dolorosísimo cinco a cero no hace tanto, y esa sensación psicológica es algo que para ellos perdura, de ahí la cochambrosa y patética campaña de la manita auspiciada por el club y su entrenador con el único objeto de mantener bien presente el triste suceso en el ánimo blanco. Pero tal vez sí hayan cometido el error de enfatizar demasiado esa llamada, intensificando la atención selectiva de tal manera que su resultado pudiera ser a la postre contraproducente para sus propios intereses, produciendo en consecuencia un efecto rebote que liberaría al Madrid de la pesada carga emocional que arrastra o, en teoría, debería haber arrastrado de cara al enfrentamiento crucial. Pero el Madrid da la imagen opuesta, de confianza, tranquilidad, haciendo casi omiso a las provocaciones y gala de una compostura y firmeza que está sorprendiendo a propios y extraños, enviando el meridiano mensaje de justo desafío que tan poco suele gustar a los enemigos inflados, cuyo mejor ejemplar podemos contemplarlo estos días a través de imágenes y declaraciones provenientes del áspero entorno azulgrana. Prudencia, respeto, realismo, sí, pero también confianza, asertividad, desafío y bemoles para ganar lo que hay que ganar e ir sentando un buen y necesario precedente para la abrupta y escarpada senda que nos aguarda.

¿Más? Nuestro querido Atlético de Madrid dio un repaso en toda regla a una desangelada Real Sociedad, mostrando y demostrando que la recuperación experimentada durante estas últimas jornadas de liga no se trata tan solo de un espejismo más. La Europa League está muy cerca, pero me temo que la Champions continúa siendo un sueño casi imposible que tal vez no merezca la pena seguir ensoñando mucho, algo así como la Liga para el Madrid, puesto que si soñar es gratis, en realidad siempre cuesta algo y cobra un precio, más no sea la decepción anímica por no haber logrado el ansiado triunfo. El Valencia (negativa) arrolló en su estadio al Villarreal y se afianza en el tercer puesto que da acceso directo a la liga de campeones del próximo curso, mientras que por abajo los tortazos comienzan a darse a diestra y siniestra, con el Almería prácticamente descendido (qué grande su partido en el camp Mou), el Málaga de Pelle, el Conquistado y el Hércules empatados a puntos, y dos equipos más que esta noche se la juegan peligrosamente en territorio maño, un estadio el de La Romareda, donde Getafe y Zaragoza firmarán a buen seguro un partido 007, o sea de altísima tensión. Lo veremos.

Y por el momento nada más. Solo resta ir aprovisionándose de calmantes, astringentes, cerveza con limón, pipas de calabaza, y un buen libro de rezos para todo lo que está por llegar. Confiemos en que nuestro pasos futbolísticos sean guiados por los que el baloncesto nos está marcando -ya situados sin el concurso de los anfitriones en la Final Four, y habiéndoles ganado en la prórroga del último partido de Liga, con sabroso sufrimiento, y tras demasiadas derrotas consecutivas-, y en llegar muy pronto a convertir esa  trayectoria en trasunto de la suya. Ahí está la clave. Es posible y puede hacerse, ha de hacerse. ¿Sí o sí?