EL MADRID SOBREVIVE EN LA BATALLA DE ZARAGOZA

Brutal. Así está siendo el trato que están recibiendo los grandes en sus últimas salidas a campos complicados donde se percibe claramente que hay mucho más en juego que los tres puntos en liza. Pero lo del Madrid ya es exagerado, clama al cielo. Logró levantar un partido que se había puesto muy complicado gracias al dolorido pundonor de Raúl, el retorno mesiánico de Kaká y el trabajo infatigable de Cristiano, cuyo empuje hace que todo el equipo acabe creyendo en la victoria. Estuvo en todas y fue decisivo en ambos goles. Si finalmente ganamos la Liga habrá que hacerle algún monumento o regalarle directamente una escultura agujereada de Henry Moore. Qué grande es este futbolista, qué casta, que valor le echa al asunto, recibiendo siempre un juego sucio por parte de sus contrarios que acaban por agredirle directamente cuando pone la directa hacia la portería contraria. Un espectáculo memorable pocas veces visto en un terreno de juego. Esto los contrincantes lo saben demasiado bien y se emplean con sañuda violencia, muchas veces con la silenciosa aquiescencia del chiripitifláutico juez de turno, a la hora de tratar de frenar el ímpetu poderoso y febril de un megacrack como Cristiano. De nada suele servirles sus barriobajeras artimañas porque la grandeza resplandece entre tanta horda rompepiernas y acaba imponiéndose la conclusión lógica del talento sublime: Gol y/o falta-Gol y/o pase-Gol. Pero por favor, no nos volvamos locos. Raúl sigue estando para pedir la jubilación en el Madrid y Kaká ha hecho una temporada lamentable, lo que sin duda, con las enormes posibilidades motivadores que siempre ofrece la reivindicación y el orgullo herido, será bien aprovechado (de eso se encarga CR9) hasta el sistólico final de campeonato.

Y ahora llegan los momentos cruciales, la hora de la verdad. Pensando exclusivamente en los intereses del Madrid sería incluso conveniente que su más directo y molesto obstáculo para conseguir el triunfo liguero se clasificara para la gran final de la Champions (ya espera el Bayern de Robben), pues esto operaría de elemento distractor de cara a los últimos partidos, todos ellos a cara de perro. Si el Barcelona es jibarizado por el conjunto milanés y ha de centrar todos sus esfuerzos en la Liga… temblemos entonces: el Madrid lo tendrá muy difícil, aun logrando la victoria en todos sus partidos. Las tendencias se contraponen y las lealtades y deseos probablemente también. Habrá quien diga que más vale pájaro en mano que ciento volando; otros que no, en absoluto, mejor tirar de razonamientos lógicos y apuntalar el éxito que supondría la obtención de la Liga, aun a riesgo de que el Barcelona se lleve la “orejuda” en el feudo blanco. Esta misma noche saldremos de dudas. ¿Podrá Mou sorprender a propios y extraños planteando un partido inesperado en el Camp Nou o, por el contrario, meterá el cerrojazo y hará que varios jugadores se cuelguen de la portería con el empate como única meta posible? Si se me permite la juguetona licencia, si esa es la meta que desea guardar, me temo que no habrá en el mundo guardameta que pueda conservarla a cero. Noventa minutos dándole la posesión al Barcelona huele a crónica de una inmolación anunciada, eliminando de raíz cualquier resquicio que permita albergar fundadas esperanzas para lograr la gran gesta. Tras numerosas conjeturas, deseos, sueños, frustraciones, anhelos, filias y fobias, por fin, esta noche, en un partido que se presume memorable y seguro lo será, el fatal o feliz desenlace. Los dioses también hacen apuestas, y su progenitora, Cibeles, sabrá aconsejarles de la mejor forma posible.