El Real Madrid jugó un partido malo, malísimo en su primera parte, pero suficiente para echarse los tres puntos en el macuto y proseguir la difícil marcha hacia la consecución de un título liguero que se nos antoja complicadísimo. Lo importante es continuar a velocidad de crucero manteniendo al los barcelonistas a tiro de dos triples, y centrarnos en aquellas competiciones donde las opciones son máximas. Esta misma semana el partido de ida de la semifinal de la King’s Cup contra el Sevilla de Manzano promete darnos emociones muy fuertes. Pero no adelantemos acontecimientos. ¿Qué lectura podemos obtener de lo sucedido anoche en el Santiago Bernabéu?
En primer lugar la total dependencia del Madrid de Xabi Alonso para elaborar algo de juego creativo. Su entrada en el terreno de juego en la segunda parte resultó poco menos que providencial, pues a lo largo de los primeros cuarenta y cinco el Madrid careció por completo de un jugador que organizase todo el desorden desplegado y muy poco replegado. En segundo, que Benzema necesita partidos para ir superando su indolencia e ir cobrando el protagonismo que se merece, y que afortunadamente anoche fue crucial para lograr una victoria que parecía esquiva hasta bien avanzado el encuentro. Y en tercer y último lugar, la absoluta necesidad de nuestro crack Cristiano, un dios vestido de blanco que tira, remata, desborda, lucha, se ofrece siempre y siempre ofrece pases maravillosos buscando la asociación con sus compañeros más incisivos, entre ellos un Kaká que parece poco a poco ir recuperando su anterior aura de estrella. No olvidemos tampoco que el Mallorca fue un rival muy digno, y que afortunadamente el árbitro no influyó en el resultado final del partido. Tal vez el empate hubiera sido el marcador más justo, pero en el fútbol lo de la justicia no funciona demasiado bien, que se lo pregunten si no a la extensible ristra de damnificados que cada fin de semana va alargando el “nightmare team”.
¿Qué más? Pues que los equipos madrileños no levantan cabeza, cosechando Atlético de Madrid y Getafe sendas derrotas que dejan a ambos equipos muy tocados de cara a sus próximos compromisos. Esos banquillos hierven. También el Sevilla se impuso con comodidad al Levante, y el Valencia (¿algún nuevo comentario sobre los árbitros?) con polémica al Málaga, donde pudimos contemplar al bueno de Pelle, el conquistado ¡¡enfadándose de verdad!! ¡¡Sí señor!! Cómo nos hubiera gustado ver ese nervio en ciertos momentos de la anterior campaña…
Soñamos, pues, con una gran final de la Copa entre Real Madrid y Barcelona, un momento que nos gustaría imaginar punto de inflexión para el nuevo renacimiento madridista, inaugurando así una nueva era blanca y luminosa. ¿Ocurrirá ese tan maravilloso como deseado suceso? ¿Qué opináis?
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