¿Adiós a la Liga? Hay que ser realistas en esta situación tan lamentable: anoche el Madrid dejó escapar una victoria en un campo más que asequible, y con ese empate también se esfumaron muchas de las posibilidades con que aún contábamos para lograr el triunfo final en el campeonato. El partido fue malo de solemnidad. El Madrid salió sin un referente claro que acompañara al gran Cristiano, que anduvo más bien desacertado y que sin embargo dispuso de la ocasión final estrellando un potentísimo balón contre el larguero, lo que definitivamente supuso la caída de un sueño que se había mantenido incólume hasta ese instante. No es menester hallar falsos culpables, por mucho que Mourinho desplace o trate de proyectar la responsabilidad de lo ocurrido sobre el árbitro, y tampoco nada debe reprocharse al golpe franco magistralmente botado por Cristiano al borde del área. Se dispuso de una postrera tabla de salvación y la fortuna no fue precisamente aliada de las esperanzas blancas. Punto y pelota (al palo).
El Madrid no fue el Madrid, no le vimos desde el principio ese prurito de solucionar el partido cuanto antes, sin acertar en combinaciones largas y carente por completo de profundidad en ataque. El equipo se dejó llevar convencido de que el gol tarde o temprano haría su aparición, y lo hizo, en efecto, pero en su propia portería, en un fallo defensivo clamoroso y ante la triste mirada del cancerbero, que terminó el encuentro desquiciado y metido en innecesaria bronca.
Bien, ahora conviene no perder los papeles, y hacer este razonamiento: un título salva la temporada. Hay que asegurar la llegada a la final de la Copa, y apretar los dientes en la Liga de Campeones, pasando al menos la eliminatoria de cuartos. La Liga, por desgracia para toda la parroquia blanca, huele a sueño imposible pues cuatro puntos de desventaja frente al conglomerado péptido se nos antoja distancia harto insalvable. Milagros hay en la viña del señor, obviamente, y gratis es pensar que lo mismo que nos ocurriera anoche también podría repetirse en el caso azulgrana, pero todo apunta en sentido contrario, hacia una nefasta constatación de pérdida.
Necesitamos un nueve, qué duda cabe, pero tal vez Van Nistelrooy no sea precisamente la cura a nuestros males. Pensar que su llegada, o la de cualquier otro, puede arreglar este desaguisado me parece una idea más fruto del deseo que de la triste realidad. Me remito a las palabras que ya pronuncié tras la debacle en el Camp Mou: levantemos la cabeza y afinemos el tiro hacia los objetivos que todavía están a nuestro alcance. Al fin y al cabo, un segundo puesto en la Liga más algún otro título no estaría nada mal. Que nadie olvide que este debería ser un proyecto a largo plazo, el comienzo de un nuevo ciclo de anhelados y merecidos éxitos deportivos dentro de la casa blanca. ¿Qué opináis?
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