El estadio del Molinón fue escenario futbolístico de uno de los espectáculos más lamentables que se recuerdan en lo que a la actitud del equipo anfitrión se refiere. Efectivamente, ayer el Real Madrid, el equipo más admirado y laureado del planeta fútbol, sufrió lo indecible para llevarse los tres puntos de un territorio verdaderamente hostil a sus renovadas aspiraciones ligueras.
Todo había comenzado días antes cuando el entrenador merengue, en posesión legítima de su derecho de opinión y expresión, manifestó en un medio de (in)comunicación una gran verdad, de esas cuya magnitud tiende a crecer en evidencia cada vez que se enuncia, la cual venía a sostener que el Sporting no jugó al máximo de sus posibilidades cuando se enfrentó contra el asperjador Barcelona en el feudo azulgrana. A lo que un tipo maleducado con bigote, con voz cavernosa y sintomática de haberse tomado algunas copas de más, también con serias dificultades para hilar pensamientos coherentes o con cierto interés más allá del puramente combativo, vomitó toda una serie de improperios e insultos contra el técnico blanco (que, recordémoslo, en ningún momento personalizó los comentarios), y lo hizo con el doble objetivo de: a) desviar la atención de la penosa situación que su malherido conjunto atraviesa dada su presumiblemente deficiente labor profesional como entrenador del mismo (todo apunta a que acabará tarde o temprano siendo destituido), y b) caldear el ambiente para frenar el juego madridista, cosa que casi logra, amén de estar a punto de provocar una lesión grave en la persona de Cristiano, que acabó vivo y cosido a patadas por una banda de leñadores cuyo único fin durante todo el encuentro se redujo a pegar, provocar, fingir y tratar de desestabilizar a los elegantes jugadores blancos, que admirablemente no cayeron en ese juego barriobajero y sortearon con éxito un encuentro de máxima exigencia y dificultad, cosechando así una importantísima victoria que les coloca nuevamente como líderes, delante del Barcelona, al que por fortuna continúan viendo por el retrovisor. También alguno de esos anónimos y pateadores futbolistas dijo antes del partido que ellos le iban a "echar más huevos" todavía al asunto, dándoselas de “típico macho” en unas declaraciones de evidente corte chulesco y provocador. Pues bien, tampoco parece que los tuvieran de mayor tamaño que los de los visitantes, que afortunadamente no sufrieron ninguna agresión directa sobre los mismos.
Resumiendo: que el Sporting ha caído bajo, muy bajo, y que su lamentable entrenador Preciado ha quedado absolutamente DE(S)PRECIADO, desprestigiado, humillado, callado, avergonzado y prácticamente exterminado. Pongo muy en duda su capacidad para extraer conclusiones positivas de cara a su futuro y el de su equipo, pero desde aquí podemos ayudarle con alguna sugerencia. Uno. Conviene cerrar la boca y no sacar pecho cuando uno no tiene talento ni categoría suficiente para hacerlo. Dos. Conviene ser humilde y aceptar la situación real cuando te vas a enfrentar a alguien que es infinitamente mejor que tú, sobre todo si lo que deseas es mejorar y, si puedes y tu capacidad intelectual te lo permite, aprender algo positivo. Tres. Conviene, en fin, no inflar los ánimos empujando a la gente hacia una situación de máxima tensión si no sabes cómo darles las adecuadas herramientas para poder parar esa espiral de violencia que has desencadenado de forma tan irracional e inconsciente. ¿Y ahora? Flagelación, examen de conciencia y propósito de enmienda. Que no vuelva a pasar, fatuo y despreciado sujeto, víctima de tu propia soberbia e impotencia. Pero… A la conclusión del partido el troglodita volvió por sus desafueros y trató de nuevo de originar un conflicto muy grave, tocándose los genitales delante del autobús madridista y lanzándole una botella que acabó impactando en una mujer que contemplaba la surreal escena. Me temo que este intonso mequetrefe de voz aguardentosa no aprenderá jamás. Nos alegraremos cuando te echen, pedazo de acémila.
En otro orden de cosas, y enfocando equipos con mucha mayor categoría que el de Gijón, reseñar la nueva derrota de un Getafe abonado a su mala racha, la victoria de un dubitativo Atlético de Madrid y la picaresca culé para llevarse los tres puntos frente a un excelente Villarreal.
Dicho lo cual, seguir constatando la evidencia de que el Madrid sigue encaramado a lo más alto de la tabla, y a la espera de lograr una futura victoria en un territorio que a buen seguro será nuevamente hostil. ¿Qué opináis?
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