EL MADRID LOGRA UN TRIUNFO MEMORABLE FRENTE A UN VALENCIA BRONCO, DESQUICIADO Y HOSTIL.

El Real Madrid se ha convertido hasta la fecha en un líder sólido y a la vez flexible, capaz de ofrecer a sus seguidores y detractores fútbol de altísima escuela y también colocarse el mono de trabajo o el uniforme de guerra cuando las circunstancias así lo requieren. El de Valencia era sin duda un partido de alto riesgo. Cuando el equipo merengue, vestido de rojo –la amistad rojiblanca siempre está ahí, en el corazón madrileño, por mucho que algunos se empeñen en negarlo– saltó al césped de Mestalla y las hordas rugieron como fieras enjauladas –los restos de algunos estafermos todavía sin retirar–, estuvo meridianamente claro que aquello no iba a constituirse en un sencillo paseo triunfal. Y así fue. Los valencianos dieron patadas, puñetazos, fingieron al peor estilo “wakabrasero”, insultaron, gritaron, intimidaron al acongojado árbitro y, aun así, tuvieron tiempo de marcar dos goles que llegaron como consecuencia de sendos despistes defensivos blancos. Un verdadero campo minado en el que el Madrid supo sufrir sacando casta, carácter y los suficientes arrestos para que las amenazas barriobajeras no tuvieran el efecto deseado por sus manifestantes. La contienda terminó en nueva tangana, reclamando un penalti inexistente pues Higuaín evitó que el balón acabara en el fondo de la red madridista sin que sus manos intervinieran en el diáfano asunto. Triunfo justo, trabajado, duro y memorable que consolida a un líder poderoso que ya espera con impaciencia la llegada del clásico. Pero en esto como en otras muchas cosas en la vida, no conviene adelantar los acontecimientos e ir con paso firme a la conquista del anhelado objetivo. Por cierto, el árbitro muy lamentable, se arrugó completamente en medio de ese ambiente enrarecido y hostil, las increíbles tarjetas a Cristiano y Alonso así lo demuestran. El Madrid sí tiene motivos de sobra para quejarse del árbitro, no así el pelotón de castigo “ché” que pululaba por el campo en busca de víctimas.

Lo dicho. Que ahora viene el escollo del Atlético de Madrid (gran y merecida victoria sobre el sorpresivo Levante), equipo por el que siento una enorme simpatía pero al que en esta ocasión no puedo desearle el triunfo en el Bernabéu. Y haría muy mal el Madrid pensando que este partido está ganado y por goleada. Nada de eso. El Atlético siempre ha puesto en serias dificultades a los blancos,  y esos enfrentamientos nunca se han solventado de una forma excesivamente fácil. Me encocora esa actitud que sale al campo con todo ganado sin haber puesto el balón en juego, y que representa bien a las claras el insufrible waka Brasa, un equipo cuyo juego aburre y provoca tedio incontrolable, amén de ofrecer destellos de prepotencia y altanería difícilmente comparables. Marcó Villa, taciturno y cabizbajo en un club que desprecia continuamente su hipotético talento goleador. Tú te lo has buscado fichando por ese grupo endogámico y excluyente. Todavía estás a tiempo de enderezar tu carrera, recapacita y huye.

¿Más? Que el Getafe no levanta cabeza y el Rayo Vallecano continúa con su buena racha de resultados, lo mismo que el Athletic, cada vez más confiado en su fútbol tras el histórico partido firmado contra el waka Brasa. Esta semana también se disputarán partidos europeos a la espera de otra nueva jornada liguera de infarto. ¿O tal vez piensas que el Getafe no se lo pondrá difícil a los chicos de Don Pepinho? Dínoslo sin tapujos.