EL MADRID ENTREGA LA LIGA AL BARCELONA Y SE CONCENTRA EN EL PRÓXIMO Y DECISIVO COMPROMISO EUROPEO

Pero vamos a ver, ¿por qué tanto revuelo ante un hecho cuyo desenlace más o menos podíamos intuir? Es cierto que la esperanza es lo último que se pierde, pero seamos sinceros y confesemos que la parroquia merengue, y desde hace ya bastante tiempo, mantenía más bien pocas respecto a la conquista del título de Liga. El equipo blanco ha de concentrarse en lo importante, lo que puede ganarse, Copa del Rey y Champions, y nada de enredarse ni ponerse malos cuerpos con una competición que se puso prácticamente imposible desde la derrota cosechada en el campo del Osasuna. El partido, claro está, podría haberse ganado perfectamente, pero el equipo estaba plagado de bajas, con la mente puesta en la próxima cita europea, sintiendo de alguna manera que la suerte estaba echada se hiciera lo que se hiciera. ¿Perder el waka Brasa con el Villarreal? Por favor, las oportunidades claras las desbarató su boceras y lancinante guardameta, y cuando las cosas pintaban mal no hubo problema para la ayudita hombro-brazo decisiva para que el waka-boy remachara a placer el tanto de la victoria. Y además tienen mucha suerte, qué coño. La que le faltó a Manolito para enchufar dos remates clarísimos frente al cancerbero del Sporting, cuyo depreciado entrenador hizo las paces con Mourinho apuñalándole por detrás, como no podía ser de otra forma. En su descargo reconocer sus palabras de respeto dirigidas hacia el gesto del entrenador madridista al término del (des)encuentro, que efectivamente felicitó personalmente al vestuario rival mostrando al mundo lo buen chico que podría llegar a ser si se lo propusiera.  

Lo dicho, ahora toca olvidarse de todo, concentrarse al máximo en lo que está por llegar, que es nada más y nada menos que el Tottenham, un equipo que nos lo pondrá realmente complicado y al que habremos de dejar en la cuneta si de verdad queremos aspirar a algo muy serio dentro de la mejor competición entre clubes. Y es que las cosicas europeas parecen ponerse cuesta arriba para nuestro querido Real Madrid. Sin Marcelo, sin Cristiano y sin Benzema. El Madrid está en cuadro (con el miedo en el cuerpo, vaya) y esto no es bueno para afrontar una eliminatoria de la que depende gran parte de las ilusiones depositadas durante toda esta durísima temporada. Bien es cierto que el problema no es nuevo ni tiene visos de resolverse de forma sencilla, pues de alguna manera podía haberse intuido dado el enorme desgaste a que se ha visto sometido con asiduidad la gran figura blanca (CR7), aunque reconozcamos que para salir de atolladeros semejantes Mourinho se las pinta solo, que esa es otra y en eso confiamos, logrando desactivar con aparente naturalidad situaciones potencialmente muy peligrosas para la estabilidad del equipo a base de perseverar en su mester teñido de ocasional y acibarado desempeño, pero a la postre tratando siempre de conjurar el infausto destino a través de posturas cabales y salubres estrategias. No nos pongamos melodramáticos, pues, e invitemos al respetable a instalar un cierto optimismo prudente en los aledaños del mítico Estadio Santiago Bernabéu, con la volición en ristre, dispuestos a someter a los rivales a esa presión ambiental que tan determinante demostró ser en tantas y tan memorables ocasiones. Llegó el momento verdaderamente grande, el decisivo instante donde  el balón comenzará a rodar y se pondrá nuevamente en juego toda la escenografía que hace de este gran deporte lo que es (Fútbol es Fútbol), uno de los espectáculos más impactantes, emocionantes, sobrecogedores y bellos que se practican sobre la faz de la hierba, y que por múltiples razones que no es momento de comentar lo convierten en un inagotable alimento espiritual para millones de personas que lo siguen con religiosa liturgia.

Sin apenas descanso, con el ánimo eufórico o disfórico en función de lo obtenido el martes europeo, volverá la Liga, la cruz de la moneda, y habrá de tenerse también mucho cuidao porque esta semana toca el Bilbao, otros tres puntos que podrían volar perfectamente la limbo de las oportunidades perdidas, y luego, por fin, el Brasa, al que veremos acto seguido en la gran cita de la Copa del Rey, punto de inflexión para nuestras aspiraciones, miedos, deseos y traumas. Ahí sí vamos a necesitar el concurso de todas nuestras estrellas, fugaces o perennes, y por supuesto que Mourinho nos haya leído con sumo (sano) aprovechamiento y ponga en ejecución la táctica que le recomendamos hace varios días en parentesys. Solo así estaremos en disposición de lograr la heroica proeza, el fulminante éxito y nuestra tan anhelada como necesaria venganza.

¿Más? Que el Atlético de Madrid dio un golpe sobre la mesa en Osasuna, lo mismo que el soldadito valenciano en Getafe, equipo que por cierto abandonará temporalmente mi corazón si finalmente es el impresentable Luis Enrique quien se hace cargo del banquillo. Ver para creer, o mejor para descreer.

Pelle, el Conquistado, continúa su particular caída libre hacia el abismo, y esta misma noche habrá partido de altísimo voltaje entre el Almería y el Athletic. La zona baja al rojo vivo, porque desgraciadamente la alta ya ha dicho la última palabra, quedando por dirimir el tercer y cuarto puesto, que no es cosa baladí que te vi. ¿Un pronóstico? El Madrid gana la Copa del Rey y ya podemos darnos con un canto en los dientes. ¿Sí o sí?