EL MADRID APUNTALA SU LIDERAZGO Y AFRONTA UNA NUEVA SEMANA EUROPEA, CON LA MENTE PUESTA EN EL GRAN CLÁSICO DEL FÚTBOL ESPAÑOL

La Inmovilidad. Este podría ser el título de una nueva novela del escritor americano Don DeLillo, por qué no, pero en realidad se trata de una categorización exacta de lo sucedido al equipo almeriense en su enfrentamiento contra el segundo clasificado de la liga española de fútbol: la inmovilidad fue, en efecto, el don de Lillo, un presente que se materializó en la completa ausencia de movimiento dentro su propio feudo. Todo lo contrario de lo sucedido en otras zonas más septentrionales, donde dos equipos salieron al campo a darlo todo, a pelear en buena lid, a jugar y a ganar. Y el choque en la cumbre tuvo de nuevo un nombre propio. ¿Qué podemos decir de él? Pues que este hombre es increíble, poderoso, maravilloso, y, por supuesto, el mejor jugador del mundo. No, que nadie se confunda, hablo, claro está, de CRISTIANO RONALDO, un auténtico huracán dentro del terreno de juego capaz de lanzar una falta desde las antípodas (ya se sabe, allí se trabaja, aquí no; allí se fornica, allí no, etc.) y doblar el guante del cancerbero cual dúctil plastilina, todavía preguntándose el sujeto qué diablos de trayectoria dibujada por el esférico-misil era esa. La madre que lo parió, qué grandísimo es. El Madrid machacó a un Bilbao muy voluntarioso y bien asentado en el campo, pero blandito atrás y con un Llorente en plan estelar (¿futuro 9 del legendario Real? Un hipotético fichaje por el club de las nueve Copas de Europa le catapultaría directamente al máximo nivel dentro del fútbol mundial, y lo cierto es que el chico tiene unas cualidades excepcionales para triunfar aquí), que indudablemente dio mucho trabajo a toda la zaga madridista, con un Pepe bastante más despistado de lo habitual. El Athletic plantó cara al campeón blanco sobre todo hasta la consecución del primer tanto a cargo de un Higuaín especialmente trabajador durante todo el tiempo que estuvo sobre el césped del Bernabeu. Ya antes el gran Cristiano había intentado una tijera imposible, pero no fue hasta que culminó de forma magistral un contraataque de libro que comenzamos a verle resplandecer en toda su luminosa magnitud. Seguiría el lanzamiento de una falta que el maestro ejecutó con la precisión de los elegidos, empotrando el balón en la red mientras el portero se lamentaba de su mala fortuna, y todavía tuvo tiempo para transformar un penalti que el árbitro, más para seguir deleitándose con el recital que por convicción reglamentaria, mandó repetir, logrando sin embargo idéntico efecto goleador. Nuevo “hat trick” (recordemos que Raúl también ha firmado el suyo esta jornada en la Bundesliga, de lo cual nos alegramos) y la mirada de la fiera dirigiéndose hacia el Camp Nou del Barcelona, que de nuevo tuvo un anticipo de los Reyes Magos (otro más) en forma de lamentable ¿equipo? de fútbol que, es de suponer vista la patética tragicomedia que protagonizaron (cero - ocho, se dice pronto, y ni uno de Villa), decidieron ser más espectadores que jugadores y disfrutar de la visita del Barcelona como el resto de la concurrencia, la que palmariamente irritada comenzó a desfilar hacia sus bares o casas antes de la conclusión de la primera parte del desaguisado. ¡Qué vergüenza dejarse avasallar de semejante forma sin dar ni siquiera una mínima batalla, sin luchar, sin haber al menos opuesto una mínima resistencia al invasor! Messi no recibió ni una sola falta durante todo el encuentro. Es curioso además que al Barcelona no se le haya pitado ni un solo penalti en lo que va de Liga. ¡¡Es que no les rozan en el área chica!! En fin, estoy convencido que la actitud del Almería dará un vuelco radical cuando el Madrid visite su estadio. ¿Todos de acuerdo? Preciado apostaría su malparada reputación en este sentido y no se equivocaría ni un ápice.

Así que el enfrentamiento del próximo lunes 29 se presume cuando menos apasionante. ¿Ganar? Seamos realistas, será muy complicado, dificilísimo, pero no imposible. Como posible lo fue el año pasado cuando las riendas las llevaba Pelle, el Conquistado, y entonces los mimbres del equipo no eran los mismos, todo estaba cogido con pinzas, cosido con alfileres, y el espíritu de combate no era ni por asomo parecido, y sin embargo el Madrid tuvo sus opciones tangibles en determinadas fases del encuentro, e incluso pudo ponerse por delante en el marcador si el karateka Valdés no le hubiera sacado milagrosamente un balón a Cristiano. Pero aun poniéndonos en el peor de los escenarios posibles, el de la derrota, el Madrid quedaría a tan solo dos puntos y teniendo que devolver la visita la escuadra de asperjadores, lo que nos otorga ventaja virtual en el cómputo global de la eliminatoria. Porque de eso se trata, de eliminar las opciones del rival para la conquista final del título liguero y, por extensión, de todos los demás. ¿Soy excesivo? Falsa acusación de toda falsedad. Yo siempre he querido que el Barcelona sea el primero, sí, pero de segunda división. Bueno, vale, de tercera.