EL CREPÚSCULO DE LOS ÍDOLOS V

El Madrid cae derrotado frente al ya descendido Murcia. (Y pierde el segundo puesto en la Liga.) [ 16/05/2004 ]

Crónica de una caída más que previsible. El Madrid es cadáver, ha muerto. Firmó su acta de defunción el domingo pasado frente a un Murcia más semejante a un hipotético Manchester que a un equipo de segunda. La banda blanca se encargó de que así pareciese, firmando una de las actuaciones más deplorables y vergonzosas que se recuerdan. Ya he comentado toda la sindrómica de la enfermedad merengona por activa y por pasiva, signos y síntomas, causas y factores precipitantes, y no haré más leña del árbol caído. De todos es sabido el mal que aqueja a este conjunto atravesado por una astenia deportiva de difícil terapéutica: indolencia, narcisismo, vanagloria, prepotencia, falta de profesionalidad, motivación negativa y exceso de idolatría. La ascética coherente del monje Zidane ha perdido su efecto reparador. Casillas se ha contagiado del error producto de la desconcentración nerviosa y las autoexclusiones cobardes han tomado fuerza dentro de una plantilla quebrada e inútil. Polvo eres y en polvo acabarás convertido. Pero así es el tiempo de los dioses efímeros, despiadado y circular, sordo a los deseos de unos hombres que creyeron en el poder inconmensurable de su imagen y que han sido barridos por el huracán de la realidad como inconexas hojas mecidas por un viento de justicia. El epinicio culé acentúa la zozobra y el desconcierto dentro de la hipertrofia irracional que asola ese vestuario y les lanza un envenenado canto de sirenas para encallar definitivamente sus últimos atisbos de grandeza. La luz blanca es sólo eso, un mero espejismo, la total y lamentable ausencia de un color reconocible durante un año aciago marcado por el nietzscheano crepúsculo de los ídolos.