El Madrid cae derrotado frente al Osasuna de Valdo [ 11/04/2004 ]
El Madrid, efectivamente, ha tocado fondo. Todos sus males han quedado patentes en su última y desastrosa actuación frente al Osasuna de Valdo, en un Santiago Bernabéu que acabó silbando a sus jugadores y dirigiendo sus razonables improperios contra un palco más preocupado por la ingeniería mercantilista que por la arquitectura futbolística. Es cierto, el Madrid está atrapado en una contradicción sistémica de difícil resolución. Porque si por un lado es menester crear una imaginario universo galáctico con que ofrecer identificaciones “de marca” a unos aficionados hambrientos de éxitos sustitutivos, capaces de suplantar la mediocridad insoportable de lo cotidiano, por otro esa misma escenificación de ensueño trae consigo una divinización del jugador que lo aleja progresivamente de la exigencia de combate y brega puramente terrenal. El aficionado blanco demanda un dios siervo de las miserias humanas, un superhombre que acepte unos límites que su propia condición desmiente, un hacedor de leyes con la obligación de someterse a normas más allá de la jurisdicción que él mismo marca, un rey con casco de obrero. Y éste espectador puerilizado y caprichoso lo hace porque reclama una soberanía sobre esos dioses infantiles, que pueden componer un coliseum fantaseado donde las pasiones se dan cita desprovistas ya de toda su peligrosa carga de realidad. No hay vuelta atrás en esta lógica contradictoria, en esta aporía de contrarios marcada por una espectacularización banal de la tragedia. El Madrid es el abanderado de un efecto especial producido por la globalización de una idolatría horizontal y pagana, la aberrante consecuencia de una actividad honorable convertida en puro valor de cambio en el mercado de los signos. Una señal de aviso y de peligro para los que se apremian a continuar sus huellas en el firmamento de la nada.
Diagnóstico: alienación sin alineación.
Pronóstico: defunción por hipertrofia narcisista.
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