Por fin. Se rompió una maldición que ya duraba demasiado tiempo y por fin el gran ATLÉTICO DE MADRID logró la conquista de un título europeo tras más de cuarenta años de espera y sufrimiento, que por supuesto ha valido la pena, pues no sólo el equipo gana un trofeo prestigioso y muy importante a nivel internacional sino que lo hace con la mira puesta en la próxima final de la Copa del Rey y la posibilidad de reeditar un doblete que conquistó hace ya catorce años.
El de anoche fue un partido intenso, emocionante, agónico, sin juego y con exceso de corazón, el mismo que apretó hasta casi exprimirlo a todos y cada uno de los aficionados atléticos que pudieron percibir la sombra de la fatalidad sobrevolando sus banderas, conjurada definitivamente gracias a un postrero golazo de Forlán, redimido durante la recta final de la temporada y convertido ya en santo y seña de la resurrección rojiblanca.
Tuve la fortuna de disfrutar de este histórico encuentro en compañía de un atlético de pro, Antonio Fernández, con quien tuve la oportunidad de ir analizando las diferentes fases por las que atravesó el partido y al que dedico especialmente estas palabras de alegría y reconocimiento, que por supuesto quiero hacer extensibles a toda una afición (muy probablemente la más fiel y entregada de todo el panorama balompédico nacional) que sabe estar con su equipo en todo momento, inclusive aquellos instantes en que todo parece inexorablemente perdido. Porque el Atlético, conviene no olvidarlo, era un grupo casi defenestrado a comienzos de la temporada, cuando Abel fue sustituido por Quique Sánchez Flores, un entrenador no excesivamente brillante (sus cambios de anoche dieron mucho miedo y en ningún momento supo leer adecuadamente las necesidades que planteaba la espesa dinámica del juego) pero que en cambio, sí ha logrado algo que parecía imposible, muy al estilo del actual seleccionador español en su etapa madridista: recuperar la autoestima de un vestuario que no creía en sí mismo, y dotar a sus jugadores de una nueva coraza frente a las adversidades, logrando de esta manera sepultar la leyenda negra que rodeaba al equipo para encaramarlo hasta cumbres que hace meses aparecían como simplemente inalcanzables.
Como muy bien me señalaba Antonio, ahora sí existe la posibilidad real de ganar el doblete, precisamente en razón de que este gran triunfo otorga un plus de tranquilidad que el equipo demandaba para afrontar desafíos de esta índole, aligerando la presión a que estaba sometido por la propia necesidad histórica de lograr un título grande que de alguna manera, a nivel simbólico, le restituyera la grandeza siempre presentida, pero actualmente olvidada. Hecho, pues, lo más difícil, ahora la final de Copa huele a fiesta, a éxito hágase lo que se haga, y el Atlético jugará ese partido con la tranquilidad del que se siente satisfecho, con la conciencia tranquila, habiendo hecho bien sus deberes, pulverizado incluso las mejores expectativas de sus seguidores, y logrando además lo que parecía imposible hace no demasiado tiempo: que Neptuno domeñara la tempestad y convirtiera el proceloso piélago colchonero en un auténtico y balsámico mar de dicha. ¡¡FELICIDADES!!
Esta web se reserva el derecho de suprimir, por cualquier razón y sin previo aviso, cualquier contenido generado en los espacios de participación en caso de que los mensajes incluyan insultos, mensajes racistas, sexistas... Tampoco se permitirán los ataques personales ni los comentarios que insistan en boicotear la labor informativa de la web, ni todos aquellos mensajes no relacionados con la noticia que se esté comentando. De no respetarse estas mínimas normas de participación este medio se verá obligado a prescindir de este foro, lamentándolo sinceramente por todos cuantos intervienen y hacen en todo momento un uso absolutamente cívico y respetuoso de la libertad de expresión.
No hay opiniones. Sé el primero en escribir.