Bon Apetit

Brett Ratner: El dragón rojo. Tristísima nueva entrega de las andanzas sangrientas de Hannibal Lecter, un personaje memorable creado por la imaginación de Thomas Harris y nuevamente maltratado en un film que podemos calificar de malo sin temor a equivocarnos. Los peores tics del género reunidos en un cóctel que si bien entretiene al principio, cae progresivamente en ciertas interpretaciones simplistas pseudofreudianas y en ningún instante enfrenta con sentido el verdadero fundamento donde poder asentar el proceso de transformación interior que aqueja al auténtico protagonista de la cinta, que no es otro que un "dragón rojo" magníficamente interpretado por el gran Ralph Fiennes, lo único destacable de la cinta y cuyo trabajo justifica haber pasado por la sala oscura para contemplar este infumable y supuesto thriller psicológico. Se trata de un actor con unos recursos inagotables que eclipsa por completo al resto del reparto, incluido Hopkins, y que ahora también está en cartel como protagonista absoluto de, esta sí es buena, la nueva del maestro Cronenberg: Spider, y que espero comentaros dentro de muy poco. Este Ratner, el director, sólo coloca la cámara y deja hacer, filmando un final bochornoso, innecesario e incoherente que hace sonrojar de puro absurdo. Mala. Como ya he dicho, lo único positivo es la grandeza interpretativa de un Ralph Fiennes dueño de un magnetismo sin precedentes.

Spike Lee: Girl 6. El siempre incisivo y crítico realizador de color responsable de obras tan notables como "Fiebre Salvaje" o "Malcolm X", firma con esta comedia una obra menor que pierde mucha mordacidad y fuerza narrativa, apuntando únicamente algún que otro atisbo de gran cine en momentos muy puntuales de la cinta, dedicada toda ella a la exploración sobre el proceso autodestructivo de que es víctima una actriz con pretensiones de mantener su integridad profesional en cualquier circunstancia y cueste lo que cueste, y que acaba con su bella piel de ébano en el reconfortante ámbito profesional de las líneas eróticas. Allí, en medio de comunicaciones calientes y perversas, llegará a confundir realidad y ficción tratando de insuflar afecto a unos interlocutores tan perversos como cargados de asepsia emocional. Al cineasta le falta el coraje necesario para ahondar con más profundidad en ese infierno y ofrece un final suave con una componente crítica a la industria de la imagen demasiado "light" para lo que se espera de un luchador como él. Lo mejor, la banda sonora a cargo de Prince cuyas extraordinarias composiciones hacen subir claramente el mediocre tono de la película. Sólo logra despertar un escaso interés.

John Sturges: Joe Kidd. Flojísimo western del especialista en el género John Sturges, que sucumbe inexplicablemente en el tramo final del film a una serie de tópicos inverosímiles tirando por tierra toda la ambigüedad moral conseguida hasta ese momento. El más duro de los duros, el gran Clint Eastwood, compone un frío pistolero enfrentado a una situación límite donde se verá obligado a poner a prueba sus concepciones acerca de la justicia y los ideales. La cosa funciona hasta que decide liquidar a todo bicho viviente tratando de lograr el arrepentimiento del guerrillero mexicano y su posterior sometimiento a una justicia muy discutible. En ese momento la película se pasa al género del absurdo y descabalga al hierático Clint de su montura. Al menos disfrutamos de su majestuosa presencia con una vestimenta que nos recuerda vagamente a la de ese personaje inmortal , William Munny, de ese no menos inmortal western que ya es un clásico de la historia del cine: Sin Perdón.

Vicente Aranda: Intruso. Este importante realizador español es un experto en el tratamiento del enigma llamado "Deseo", cuando éste duele como una puñalada en el vientre y aguijonea el corazón hasta masacrarlo por completo. El Deseo en estado puro es algo próximo a una compulsión autodestructiva que se nutre obsesivamente de un objeto que jamás lo colma, hundiendo al títere que es atravesado por esa devastadora corriente interior en las garras de una aniquilación tan extática como absoluta...y mortal. Victoria Abril e Imanol Arias son víctimas propiciatorias colocadas en un triángulo (el deseo es siempre deseo de Otro) interactivo por cuyos cauces circulan cargas de atracción-repulsión, obligando a los intérpretes polarizados a la realización de conductas más allá de toda inteligibilidad racional. Amor, posesión y muerte se dan la mano en una fábula oscura y asfixiante donde tres vidas son arrasadas por un alud de emociones incontrolables. Para los que deseamos sin tregua y sin ninguna esperanza. Nos la dedico.

Enrique Urbizu: La caja 507. Buen cine negro español, duro y contundente, que sabe poner al descubierto una trama global de corrupción financiera capaz de contaminar con su hedor a todas las capas e instituciones sociales de esta nuestra nauseabunda pseudodemocracia. A todos llega el insoportable tufo y es través de la venganza (siempre se toma en amargas dosis) como la historia avanza con imparable crudeza a través de dos líneas de investigación finalmente convergentes y resolutorias. Resines y Coronado están perfectos, sobre todo éste último, y el final nos deja un poso de amarga ironía tan incómodo como necesario. Urbizu no se anda por las ramas y pega directo al hígado. Duele con ardor. Muy interesante.

John Carpenter : El pueblo de los malditos. Interesante e inquietante film de este particular maestro del terror actualmente en horas bajas, muy bajas ("Vampiros" o "Fantasmas de Marte"), pero que cuenta en su haber con obras maestras como el remake de "La Cosa" (excepcional aquel joven Kurt Russell) y que en esta cinta logra ofrecer un panorama desasosegante y angustioso acerca de la irrupción de lo sobrenatural en la tranquila existencia cotidiana. El terror llega desde lo que habitualmente se asocia a la pureza, bondad e ingenuidad naturales, la infancia, y lo hace de un modo violento y vengativo, sin justificación o explicaciones, lo cual dota al conjunto de un horror fatalista que crece exponencialmente a esa falta de asideros racionales. Si la oscuridad no se puede racionalizar entonces se convierte en mucho más amenazadora y la indefensión frente a ella aumenta de un modo brutal. Carpenter lo sabe y lo utiliza para deleite nuestro. Con el siempre competente Christopher Reeve antes de su lamentable accidente. Buena.

Y ya me voy una vez más, esperando la llegada de "Todas las almas" al punto de reunión en que puedan darse cita cielo e infierno en un abrazo inmortal. Procuraré guardar con veneración la "Crítica de la razón pura" de Kant, "La bondad de las mujeres" de J.G.Ballard, y ese libro fundacional y magnífico que es "Computación y Conocimiento" de Zenon W. Pylyshyn, por fin en mis excitadas manos. Rememoro con brevedad el feliz homenaje dedicado a ese gran hombre y artista llamado Adolfo Marsillach al que tuve el privilegio de asistir justo hace 7 días en la Universidad de Leganés, y lloro amargamente una vez más al haber contemplado la esquilmación sin escrúpulos de la propiedad cultural y territorial de toda una población indígena amazónica, donde el suicidio se ha convertido en su único gesto de protesta contra un sistema brutal, nuestro sistema capitalista de libre mercado, de expropiación de cualquier dignidad o riqueza naturales. Biopiratería patrocinada por las grandes industrias farmacéuticas, el imperio del cultivo de la soja despojando de existencia y tierras a sus legítimos propietarios. La vergüenza de la humanidad ahí mismo mientras nosotros sólo sabemos mirar para otro lado. Vomito hasta quedar exhausto. No me siento mejor. Ahora he de comer de nuevo para llenar este vacío inconsolable y pienso en qué o quién habrá sido esta vez cocinado para mi adulterado y aburguesado y asqueado estómago...