APOTEÓSICO ÉXITO DE MUCHACHADA NUI

 Muchachada NUI (foto de: formulatv.com)

La del pasado viernes 6 de agosto de 2010 fue una noche inolvidable para todos aquellos que tuvimos la oportunidad y fortuna de asistir a la actuación ofrecida por el grupo MUCHACHADA NUI en un lugar de La Mancha llamado El Provencio, histórica población del que es oriundo uno de sus integrantes, Julián López, quien hizo de perfecto maestro de ceremonias, amén de regalarnos también algunas secuencias de humor realmente memorables.

Fieles a su particular estilo humorístico, ese que les ha hecho reconocibles y les ha granjeado éxito y admiración por igual a lo largo y ancho de toda la geografía española, todos y cada uno de los “muchachos” no dieron respiro a un respetable que se tronchaba literalmente de la risa, a tal punto que a mi alrededor a veces era difícil retomar el hilo del monólogo en curso, saboreando todavía la última genialidad proveniente del escenario. Si Julián López se centró en las paradojas ocasionadas por la profesión de cómico así como en la especial extrañeza suscitada por ciertos ambientes y circunstancias, Joaquín Reyes ofreció todo un recital sobre el comportamiento de la muchachada en la escuela, dejando para Ernesto Sevilla las distorsiones paródicas referidas al ego, y consagrando un final apoteósico a Raúl Cimas, un verdadero prodigio de control gestual, vocal, y narrativo que arrancó aplausos entusiastas y verdaderos ataques de hilaridad dentro de un público ya totalmente entregado a la magia de los cómicos. Fue una lástima que Carlos Areces no pudiera finalmente completar el estelar reparto, pues causas ajenas a su voluntad nos privaron de su también anhelada presencia: no en vano su personaje (El bonico del to) es uno de los más populares del grupo. Sí estuvo en cambio Aníbal Gómez, al que pudimos ver en el herético coro final de irreverente y provocador proselitismo.

Los temas elaborados por Muchachada fueron muchos y sabrosos, haciendo especial hincapié en las siempre alucinantes y devastadoras relaciones paterno-filiales, sin olvidar nunca el auditorio al que tales relatos estaban dirigidos, pues gran parte de las historias estaban lógicamente representadas mediante patrones y contextos que los asistentes habían podido conocer de forma directa o vicaria. Tampoco faltaron alusiones sobre educación, el show mediático, la política, la religión (la aparición de Dios a Cimas merece ocupar un lugar antológico en los  anales del “humor revelador”), las relaciones fraternales, y todo ello con las oportunas dosis de incorrección y mala leche perfectamente insertadas como inspirados golpes de azadón sobre un territorio surcado.

El humor de Muchachada hace pupa, escuece casi sin que te des cuenta, hurga en la llaga con la complacencia del herido, que ha sido ganado para la causa a través de un método dialéctico desarmante, descacharrante, enhebrado con atinada irreverencia e implacable lucidez, logrando eso tan difícil y al alcance de tan pocos: la comunión perfecta entre ironía, gamberrada, puñetazo al estómago y fogonazo implacable, todo ello bien aderezado con oportunas e inopinadas imágenes provenientes de la memoria y en no pocos casos olvidadas o reprimidas, de ahí que el humor de Muchachada siempre presente un potentísimo efecto liberador y catártico.

Concluida la memorable actuación, los componentes de Muchachada, inmersos ahora mismo en la grabación de su nuevo y esperemos que exitoso proyecto, la nueva serie “Museo Coconut”, aun tuvieron tiempo de bajar del escenario para mezclarse con la gente del público, intercambiar impresiones y tomarse unos buenos copazos con los asistentes que decidieron proseguir la fiesta. Como veis, algo al alcance de muy pocos artistas: naturalidad, trabajo, cercanía, excelencia. Otra muesca más en el Colt de Muchachada, ese cuyas balas las carga el Diablo Cojuelo.

Autor: Adrián Martínez Buleo